PONTEDEUME: AQUELLA NOCHE DE NIEBLAS Y MEIGAS...

AQUELLA NOCHE DE NIEBLAS Y MEIGAS
Desde Madrid a Galicia en un sufrido viaje, las meigas iban a bordo con el pesado equipaje. Cuatro marinos centrados, que dejaron mar adentro, su barco lejos pescando con congeladores dentro, A las siete de la tarde, del mil novecientos setenta y ocho, cruzaron toda Castilla y en León se detuvieron. Allí quedó el marinero con su familia centrado, mientras los tres que siguieron a Compostela llegaron. La niebla fue mal testigo, la noche dejaba tragos, dicen que dejó castigo sobre momentos amargos. Galicia les esperaba, la niebla no daba amparo, la carretera mojada y nadie lo vio muy claro. Al pisar sobre Galicia un eco fue resonando, Terra Noxa que delicia tenerte siempre a mi lado. El coche bien conducido, buscando los tramos largos, donde las meigas tranquilas no dan minutos amargos. Montes que quedan perdidos, caminos muy solitarios, eucaliptos deprimidos que pueden hacer calvario. Ecos de la carretera, luces con vientos marcados, un conductor de primera no recorre acantilados. La niebla fue persistente, los gallegos bien templados, se notaban muy presentes al ver pueblos implorados. Aquella noche de meigas con un conductor centrado, recorrieron ciertas vegas con el coche bien cargado. Hablan de puertas del cielo, con el viento bien calmado, y podrán hallar consuelo al ver su signo encantado. Las meigas marcaron vueltas, mientras pisaban sembrados, eran figuras siniestras en sus terrenos privados. La niebla rompiendo prisa, con el suelo patinando, de vez en cuando su brisa en el coche penetrando. Era una noche marcada, por sombras y sobresaltos, cualquiera curva cerrada el coche marchó gritando. Los retornos son tranquilos si no te van azuzando, jamás temes ver los filos que la noche va dejando. Aquella noche de nieblas, envueltas por el calvario, a veces piensas y tiemblas sin pregonar tu salario. G X Cantalapiedra.