RETORNO A NINGUNA PARTE
Aquel hombre se moría entre sombras del pasado, y a su Galicia volvía para ser allí enterrado. La juventud de su vida la tuvo siempre soñando, pensando que su partida era un tiempo muy alocado. Con el paso de los años, aquel hombre fue cambiando, conociendo ciertos daños que le fueron marginando, De retorno en el camino tuvo momentos muy malos, comprendiendo que su signo era no tener halagos. Con la esperanza perdida, con la salud sin amparo, temiendo la despedida en aquel camino raro. Cuando no importa el camino, cuando se agotan los pasos, si no vas de peregrino tan solo logras fracasos. Con la guadaña en la mente, con el amor ya quemado, sin tener nada pendiente eres un hombre acabado. Volver de nuevo a tu tierra, sin estar enamorado, tan solo ver que te entierra un presente malogrado. Cuando no quedan caricias, si todo pasa de largo, nunca vivirás delicias en cualquier final amargo. La soledad de la muerte, es un camino alcanzado, donde cualquier ser presente nadie lo ve iluminado. La memoria queda muda, el viento pasa silbando, quizá no tenga la tumba que de niño fue pensando. Cuando se cierran los ojos si no te ves condenado, olvidas muchos enojos en tu camino buscado. En la tierra de Galicia, allí sigue descansando, la muerte no es la delicia del que quiso ir regresando. Quizá sonaron campanas, en su caminar amargo, logrando ver las mañanas entre los bonitos tragos. Los caminos de la vida pudieran darte un amparo, si fue tu ruta elegida hará tu rumbo más claro. Cuando la muerte camina entre tremendos nublados, mucho prejuicio elimina marcando tiempos pasados. Cuando los otoños llegan, las muertes van cabalgando, muchas personas se niegan a ver familias llorando. Las horas se vuelven serias, en los grandes hospitales, viendo de cerca miserias que nos parecen fatales. Todos estamos de paso, cada cual en su camino, la muerte no es el fracaso ni tampoco un don divino. G X Cantalapiedra. 1 – 10 – 2020.
Aquel hombre se moría entre sombras del pasado, y a su Galicia volvía para ser allí enterrado. La juventud de su vida la tuvo siempre soñando, pensando que su partida era un tiempo muy alocado. Con el paso de los años, aquel hombre fue cambiando, conociendo ciertos daños que le fueron marginando, De retorno en el camino tuvo momentos muy malos, comprendiendo que su signo era no tener halagos. Con la esperanza perdida, con la salud sin amparo, temiendo la despedida en aquel camino raro. Cuando no importa el camino, cuando se agotan los pasos, si no vas de peregrino tan solo logras fracasos. Con la guadaña en la mente, con el amor ya quemado, sin tener nada pendiente eres un hombre acabado. Volver de nuevo a tu tierra, sin estar enamorado, tan solo ver que te entierra un presente malogrado. Cuando no quedan caricias, si todo pasa de largo, nunca vivirás delicias en cualquier final amargo. La soledad de la muerte, es un camino alcanzado, donde cualquier ser presente nadie lo ve iluminado. La memoria queda muda, el viento pasa silbando, quizá no tenga la tumba que de niño fue pensando. Cuando se cierran los ojos si no te ves condenado, olvidas muchos enojos en tu camino buscado. En la tierra de Galicia, allí sigue descansando, la muerte no es la delicia del que quiso ir regresando. Quizá sonaron campanas, en su caminar amargo, logrando ver las mañanas entre los bonitos tragos. Los caminos de la vida pudieran darte un amparo, si fue tu ruta elegida hará tu rumbo más claro. Cuando la muerte camina entre tremendos nublados, mucho prejuicio elimina marcando tiempos pasados. Cuando los otoños llegan, las muertes van cabalgando, muchas personas se niegan a ver familias llorando. Las horas se vuelven serias, en los grandes hospitales, viendo de cerca miserias que nos parecen fatales. Todos estamos de paso, cada cual en su camino, la muerte no es el fracaso ni tampoco un don divino. G X Cantalapiedra. 1 – 10 – 2020.