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PONTEDEUME: EN AQUELLA MADRUGADA...

EN AQUELLA MADRUGADA
En aquella madrugada noté perfectas visiones, era una luz encantada que alegraba corazones. Desde Betanzos a Miño, llegando a Puentedeume, la noche me dio cariño pensando en La Ría de Ume. Los misterios son palpables cuando divisas los montes, te parecen amigables que no tienen pasaportes. Las miradas al asfalto donde los brillos relucen, sin escuchar ningún llanto ni ver sombras de sus cruces. La alborada me asustaba con sus colores rojizos, en el aire se impregnaba cual si fueran mil hechizos. Sin divisar allí meigas, ni ver brujas con perjuicios, los prados pidiendo siegas fueron signos de mis juicios. En La Galicia Profunda, cargada de cierto abismo, mi coche si circulaba sin querer ver pesimismo. Los montes eran misterios, los caminos muy distintos, no logré ver cementerios que anularan mis instintos. La madrugada creciendo, los vientos no se sentían, el día se iba luciendo mientras mis ojos sufrían. En aquella madrugada, no sé lo que pasaría, la noche medio acabada soltaba su letanía. Son misterios y reflejos, caminos de fe sencilla, que siempre les ves muy lejos y pueden ser maravilla. Cuando los ecos se pierden sin existir la bahía, empiezas a ver los verdes que tienen su fantasía. Galicia tiene senderos que te llenan de armonía, con sueños aventureros pudieran darte agonía. Ver luces que rompen sueños, cuando va llegando el día, sin ser momentos risueños son signos de la alegría. Hoy me hablaron de silencios en otras tierras de pinos, que nadie les llama necios ni ve colores divinos. Galicia tiene reflejos que alumbran la despedida, donde se borran complejos sin ver la ruta afligida. En aquella madrugada no vi las sendas perdidas, era la marcha encantada de estas tierras elegidas. Hoy recuerdo la alborada, de aquella mañana erguida, con la noche terminada sin ver la tierra afligida. Las luces de las estrellas fueron mi gran compañía, aquellas horas tan bellas nunca me dieron porfía. Los resplandores brillando, la noche busca su cima, el viento sigue silbando y miras a la colina. Todo se queda en la mente, sin hacer jamás preguntas, a veces ves el ambiente que al contemplarlo te asustas. G X Cantalapiedra.