AQUEL HOMBRE REPRESENTANTE
Eran las diez de la noche, de aquel día del mes de octubre del año 2001, cuando este señor representante de maquinaria, se aburría en su hotel de alojamiento, y decidió salir a darse una vuelta hasta El Ferrol con su coche. En veinte minutos estaba en Ferrol, donde tomo varias bebidas, y de nuevo volviendo hasta Pontedeume, se le cerraban sus ojos, sin poder remediar su problema de la vista, al verse desbordado por ese motivo, paro en un arcén de la carretera, para esperar que el alcohol que llevaba dentro se le pasara el efecto, más no tardo en tener visita, un señor que acaba de averiársele su furgoneta, le fue a pedir ayuda, y el hombre aunque con los seguros echados al coche, noto esa impresión de verse desvalido, ya que ni llevaba armas, ni ningún otro aparato de defensa, tan solo con su mano pegada al cristal, le hizo señas de no poder ayudarle, el conductor de la furgoneta cabreado le dio un puñetazo en el cristal de la puerta, donde se encontraba apoyado. Tan solo habían pasado diez minutos, cuando dos perros de los que llaman de defensa, le ladraban con una intención clara de atacarle, el hombre medio inconsciente, se veía imposible de continuar carretera, más los dos perros intentaban hasta romperle el cristal donde seguía apoyado, haciendo un esfuerzo sobrehumano, arranco su automóvil, y entre la niebla que en aquellos momentos dominaba el asfalto, arranco sin tener más problemas, aunque los perros le siguieron durante un rato, y aquel hombre pudo abrir su ventanilla para espabilarse un poco. Al llegar a Pontedeume, no sabía ni donde se encontraba, pasando el Puente largo, parecía o intentaba poder razonar sobre por donde circulaba. Tan solo se adentró en el interior de la localidad, y sin saber cómo ni donde dejaba su coche, se marchó camino de su hotel, preguntando a los viandantes nocturnos, que eran muy pocos, los que en esas horas de la noche caminaban, y le indicaron su residencia, incluso casi le llevaron hasta dicho establecimiento. A la mañana siguiente, al despertarse, no recordaba ni donde estaba su coche, ni lo que había vivido en aquella noche loca, que según él, solo había bebido bebidas con poco alcohol, pero que le dejaron grogui, y tuvo que aquella mañana recordar, su calvario personal, para poder dar con su coche, que por fin con ayuda de dos municipales, pudieron dar con dicho vehículo. Que estaba con las puertas sin cerrar con llave, y los cristales bajados en dos ventanillas. La suerte le acompaño, de lo contrario su coche quizá hubiera aparecido con muchos más desperfectos. Esta vez podía cantar victoria, las meigas le protegieron en sus andadas nocturnas. Y seguro que ya nunca olvidara, el aburrirse en cualquier hotel del mundo. G X Cantalapiedra.
Eran las diez de la noche, de aquel día del mes de octubre del año 2001, cuando este señor representante de maquinaria, se aburría en su hotel de alojamiento, y decidió salir a darse una vuelta hasta El Ferrol con su coche. En veinte minutos estaba en Ferrol, donde tomo varias bebidas, y de nuevo volviendo hasta Pontedeume, se le cerraban sus ojos, sin poder remediar su problema de la vista, al verse desbordado por ese motivo, paro en un arcén de la carretera, para esperar que el alcohol que llevaba dentro se le pasara el efecto, más no tardo en tener visita, un señor que acaba de averiársele su furgoneta, le fue a pedir ayuda, y el hombre aunque con los seguros echados al coche, noto esa impresión de verse desvalido, ya que ni llevaba armas, ni ningún otro aparato de defensa, tan solo con su mano pegada al cristal, le hizo señas de no poder ayudarle, el conductor de la furgoneta cabreado le dio un puñetazo en el cristal de la puerta, donde se encontraba apoyado. Tan solo habían pasado diez minutos, cuando dos perros de los que llaman de defensa, le ladraban con una intención clara de atacarle, el hombre medio inconsciente, se veía imposible de continuar carretera, más los dos perros intentaban hasta romperle el cristal donde seguía apoyado, haciendo un esfuerzo sobrehumano, arranco su automóvil, y entre la niebla que en aquellos momentos dominaba el asfalto, arranco sin tener más problemas, aunque los perros le siguieron durante un rato, y aquel hombre pudo abrir su ventanilla para espabilarse un poco. Al llegar a Pontedeume, no sabía ni donde se encontraba, pasando el Puente largo, parecía o intentaba poder razonar sobre por donde circulaba. Tan solo se adentró en el interior de la localidad, y sin saber cómo ni donde dejaba su coche, se marchó camino de su hotel, preguntando a los viandantes nocturnos, que eran muy pocos, los que en esas horas de la noche caminaban, y le indicaron su residencia, incluso casi le llevaron hasta dicho establecimiento. A la mañana siguiente, al despertarse, no recordaba ni donde estaba su coche, ni lo que había vivido en aquella noche loca, que según él, solo había bebido bebidas con poco alcohol, pero que le dejaron grogui, y tuvo que aquella mañana recordar, su calvario personal, para poder dar con su coche, que por fin con ayuda de dos municipales, pudieron dar con dicho vehículo. Que estaba con las puertas sin cerrar con llave, y los cristales bajados en dos ventanillas. La suerte le acompaño, de lo contrario su coche quizá hubiera aparecido con muchos más desperfectos. Esta vez podía cantar victoria, las meigas le protegieron en sus andadas nocturnas. Y seguro que ya nunca olvidara, el aburrirse en cualquier hotel del mundo. G X Cantalapiedra.