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PONTEDEUME: A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX...

A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Eran fechas de verano del año 1910, aquel matrimonio gallego, que trabajaba en obras publicas de Galicia, en aquel domingo de buena temperatura, decidieron salir a darse una vuelta por el campo, y eligieron, el camino de Las Fragas de Ume, aunque sin tardar demasiado, se vieron unas nubes en el cielo, que parecían estar dispuestas a malograr su paseo, cosa en poco tiempo así fue, las nubes cada vez más negras, querían soltar su pesada mercancía, y pronto empezaron a soltar agua y granizo, dejando calados al matrimonio, que intentaron refugiarse en un pequeña ladera, pero que el granizo no respetaba. Y les dejo calados hasta los huesos, en el retorno del camino hacia Pontedeume, se vieron frenados por el agua que corría por el camino hacia la Ría de Ume. Todo hasta ese momento era normal, pero empezaron a sentir frío, que con la humedad de la ropa calada, parecía ser invierno, la temperatura bajo demasiado deprisa, el matrimonio tiritaba de frío, y sobre el cielo se habría un medio Arco Iris, que parecía alegrar el paisaje, todo parecía normal, en aquel trozo de terreno donde la Galicia Profunda, encierra sus misterios, el camino de retorno fue duro y complicado, les salieron al paso, dos tremendos perros, que ladraban con una fuerza inusitada. Mientras que sin haber nubes, los relámpagos y truenos seguían azotando aquel terreno, que parecía estar en manos del diablo, a los perros les trataron de ahuyentar, tirándoles piedras y con palos en las manos, para impedir su agresión. Hasta que llegaron a Pontedeume, donde algún vecino les comentó. Esta tierra tiene estas cosas, cambia del calor a la tormenta en minutos, y del calor al frío en segundos. El matrimonio enseguida percibió, lo que tanto se temía, el calor en esa zona de Galicia, era difícil, y las tormentas muy furiosas, y tenebrosas. Con rayos truenos y centellas, que te dejan descolocado, El matrimonio aquel, tan solo le quedó, el tenerse que secar y cambiar de toda su ropa, y encima ponerse ropa de abrigo, para entrar en calor, y no coger una pulmonía que entonces era casi la muerte segura. Fue una tarde más que de paseo de miedo, aquellos paisajes maravillosos, se convirtieron en furiosos relámpagos, que terminaron cayendo granizo en cantidad, el matrimonio pensó, tendremos que aclimatarnos a esta clase de vida. Digamos que haremos lo que dice el refrán castellano. ”DONDE FUERAS HAZ LO QUE VIERAS”. G X Cantalapiedra.