SIN SABER DONDE IBA EL CAMINO
Aquella pareja de recién casados, habían llegado a Galicia, sobre las doce de la mañana de un día del mes de agosto, del año 2018, y por la tarde después de comer, decidieron darse una vuelta por aquellos terrenos, que les parecían extraordinarios, ya que desde su tierra de León, no podían pensar en el verdor de la Galicia Profunda.
En su automóvil decidieron salir de Coruña, en dirección a Pontedeume, y allí recorrer sus calles empinadas, y su Ría de Ume, que les encantó, y al caer la tarde volver de nuevo a Coruña, Más desearon entrar a conocer un poco del interior de dichos bosques, y cerca de la fábrica de leche CELTA, fue donde se les antojo meterse en un camino forestal, que ni tenia indicadores, ni el trayecto parecía ser determinante, durante media hora, y con muy poca velocidad, anduvieron sin ver casas ni humanos a la vista, tan solo algún sendero como de ganado, de un lado y otro, aunque sin estar asfaltado, la pareja llegó a pensar en darse la media vuelta, y volver a la antigua carretera de Coruña a Ferrol, más al ver el mar entre la arboleda, decidieron seguir adelante, sus teléfonos móviles se quedaron sin cobertura, y las sombras de la tarde casi ya noche, les imponía respeto, al estar dicha carrete rucha mal asfaltada, y tan solo ver una casa todo cerrada al borde de donde iban circulando, La joven esposa le comentó a su recién marido, debieras darte la vuelta, esto me lo contó un familiar mío, que vino a Galicia de vacaciones, y se le rompió el coche en una carretera de mala muerte, y tuvieron que dormir en el coche, con los seguros echados, hasta el siguiente día que consiguieron llegar andando, hasta donde encontraron una grúa. Que les pudo llevar a un taller de un pueblo cercano.
La marcha continuo, y como a unos diez kilómetros de seguir circulando, por fin llegaron hasta la carretera antigua de Coruña a Ferrol, donde empezaron a respirar más tranquilos, y comentaron los dos. ”No volveremos a desviarnos de la carretera, para seguir por caminos sin señalización, no podemos correr riesgos, somos nuevos en estos terrenos difíciles, donde las rías y las curvas, aparecen en cualquier parte del camino”.
La pareja de recién casados, se dieron cuenta enseguida, que Galicia no es terreno de bromas, y comentaron que por eso existen las meigas aquí, y cuando hablan del miedo que da La Santa Compaña, debe de ser realidad, Galicia tiene sombras, que parecen vigilantes de sus bosques.
G X Cantalapiedra.
Aquella pareja de recién casados, habían llegado a Galicia, sobre las doce de la mañana de un día del mes de agosto, del año 2018, y por la tarde después de comer, decidieron darse una vuelta por aquellos terrenos, que les parecían extraordinarios, ya que desde su tierra de León, no podían pensar en el verdor de la Galicia Profunda.
En su automóvil decidieron salir de Coruña, en dirección a Pontedeume, y allí recorrer sus calles empinadas, y su Ría de Ume, que les encantó, y al caer la tarde volver de nuevo a Coruña, Más desearon entrar a conocer un poco del interior de dichos bosques, y cerca de la fábrica de leche CELTA, fue donde se les antojo meterse en un camino forestal, que ni tenia indicadores, ni el trayecto parecía ser determinante, durante media hora, y con muy poca velocidad, anduvieron sin ver casas ni humanos a la vista, tan solo algún sendero como de ganado, de un lado y otro, aunque sin estar asfaltado, la pareja llegó a pensar en darse la media vuelta, y volver a la antigua carretera de Coruña a Ferrol, más al ver el mar entre la arboleda, decidieron seguir adelante, sus teléfonos móviles se quedaron sin cobertura, y las sombras de la tarde casi ya noche, les imponía respeto, al estar dicha carrete rucha mal asfaltada, y tan solo ver una casa todo cerrada al borde de donde iban circulando, La joven esposa le comentó a su recién marido, debieras darte la vuelta, esto me lo contó un familiar mío, que vino a Galicia de vacaciones, y se le rompió el coche en una carretera de mala muerte, y tuvieron que dormir en el coche, con los seguros echados, hasta el siguiente día que consiguieron llegar andando, hasta donde encontraron una grúa. Que les pudo llevar a un taller de un pueblo cercano.
La marcha continuo, y como a unos diez kilómetros de seguir circulando, por fin llegaron hasta la carretera antigua de Coruña a Ferrol, donde empezaron a respirar más tranquilos, y comentaron los dos. ”No volveremos a desviarnos de la carretera, para seguir por caminos sin señalización, no podemos correr riesgos, somos nuevos en estos terrenos difíciles, donde las rías y las curvas, aparecen en cualquier parte del camino”.
La pareja de recién casados, se dieron cuenta enseguida, que Galicia no es terreno de bromas, y comentaron que por eso existen las meigas aquí, y cuando hablan del miedo que da La Santa Compaña, debe de ser realidad, Galicia tiene sombras, que parecen vigilantes de sus bosques.
G X Cantalapiedra.