CAMINABAN CON EL ALCOHOL
Eran dos viejos amigos por las tierras de Galicia, dos hombres que sin castigos celebraban su pericia. Marineros en descanso, ni tener un compromiso, toda la noche pensando en no esperar un aviso. Con aguardiente las penas, se guardan en un rebujo, y se rompen las cadenas que a veces parecen lujo. El aguardiente de orujo que te quema cuando pasa, dicen que tiene el influjo que al estómago le abrasa. Caminaban muy de noche, con las luces muy quebradas, sin llegar hacer reproche de sus noches complicadas. Los dos miran las estrellas, la noche se ve cerrada, no comentan cosas bellas, solo la pena guardada. Marineros en su tierra, con su fiesta mal llevada, el alcohol busca quimera y deja vida dañada. Los dos hombres caminando, vienen pegando sus giros, pienso que siguen hablando de los penosos castigos. Las visiones aparecen, los sueños son deprimidos, los borrachos si se crecen suelen verse muy perdidos. Cada cual suelta su rollo, a veces con un suspiro, su vida nunca fue un chollo y menos pegando el giro. Sin estar su casa lejos, marchan los dos confundidos, no temen a los complejos ni a sentirse deprimidos. La noche se va alargando, el borracho no ha entendido, su paso sigue cambiando y se siente muy perdido. Los dos se dan un abrazo, como el que nunca ha existido, en sus casas dan portazo, su familia lo ha entendido. La noche, la larga noche, tiene mucho de martirio, habrá quien haga reproche a ese calvario vivido. Los brindis con aguardiente, es un penoso delirio, cualquier persona decente el alcohol lo ve un martirio. Hay noches que dejan huellas entre sufridos marinos, no les sirven las estrellas ni el pisar ciertos caminos. G X Cantalapiedra.
Eran dos viejos amigos por las tierras de Galicia, dos hombres que sin castigos celebraban su pericia. Marineros en descanso, ni tener un compromiso, toda la noche pensando en no esperar un aviso. Con aguardiente las penas, se guardan en un rebujo, y se rompen las cadenas que a veces parecen lujo. El aguardiente de orujo que te quema cuando pasa, dicen que tiene el influjo que al estómago le abrasa. Caminaban muy de noche, con las luces muy quebradas, sin llegar hacer reproche de sus noches complicadas. Los dos miran las estrellas, la noche se ve cerrada, no comentan cosas bellas, solo la pena guardada. Marineros en su tierra, con su fiesta mal llevada, el alcohol busca quimera y deja vida dañada. Los dos hombres caminando, vienen pegando sus giros, pienso que siguen hablando de los penosos castigos. Las visiones aparecen, los sueños son deprimidos, los borrachos si se crecen suelen verse muy perdidos. Cada cual suelta su rollo, a veces con un suspiro, su vida nunca fue un chollo y menos pegando el giro. Sin estar su casa lejos, marchan los dos confundidos, no temen a los complejos ni a sentirse deprimidos. La noche se va alargando, el borracho no ha entendido, su paso sigue cambiando y se siente muy perdido. Los dos se dan un abrazo, como el que nunca ha existido, en sus casas dan portazo, su familia lo ha entendido. La noche, la larga noche, tiene mucho de martirio, habrá quien haga reproche a ese calvario vivido. Los brindis con aguardiente, es un penoso delirio, cualquier persona decente el alcohol lo ve un martirio. Hay noches que dejan huellas entre sufridos marinos, no les sirven las estrellas ni el pisar ciertos caminos. G X Cantalapiedra.