LA NOCHE LE FUE MARCANDO
Aquella noche del mes de marzo, aquel hombre venido de La Castilla Profunda, intento pasar la noche de Galicia, como si fuera en su tierra, parece ser, que fue destinado de funcionario, por la zona de Puentedeume, y estando soltero, y sintiéndose un corre caminos, intento conocer esa tierra gallega a fondo, no dudando en salir con su coche, por las carreteras más imprevistas, aunque le costase dinero el recorrerlo, ya que en todos los bares o cafeterías, de su recorrido, eran puntos de parada, para saber cómo estaban allí de tranquilos. Este hombre tenía metido en su cerebro un trozo del poema de Vientos del Pueblo, escrito por Miguel Hernández, que decía lo siguiente. “Extremeños de centeno, Gallegos de lluvia y calma. Y él esperaba encontrar esa lluvia y esa calma, por todos los rincones de esa tierra tan apreciada, como es Galicia, Más esa noche que el pretendía conocer los rincones misteriosos, le resulto un poco tenebroso, y por la carretera que circulaba a la una de la madrugada, se le apareció en el medio, una vaca demasiada tranquila, que intento poder esquivarla, pero resultaba imposible, la vaca se movía en la dirección del coche, y este hombre pensó que le dañaría el vehículo, sin poder hacer nada, y sin bajarse del automóvil, la gritaba a la vaca, pero solo consiguió que dos perros de ataque, vinieran a por el animal, que se encontraba parece escapada de su cuadra, y que dichos perros le ladraban a este hombre con una fuerza inusitada, con la idea de atacarle si se hubiera bajado del automóvil, Aquel incidente le costó un buen rato de tiempo, hasta que consiguió seguir su camino, eran momentos de los que la mente humana, se siente desbordada, no habría andado más de un kilómetro, cuando de repente se dio cuenta que su coche estaba pinchado, entre aquella arboleda, se sentía desprotegido, con los faros encendidos, pudo cambiar su rueda, eso sí, no dejaba de mirar alrededor, por si de nuevo aparecieran perros de ataque. Cuando este hombre llegó a Puentedeume, pensó, es posible que no salga más con el coche por la noche, y mucho menos por carreteras medio perdidas, y olvidadas, esto me da pie a seguir pensando en los misterios que encierra esta zona de Galicia. El Hombre durante el tiempo que estuvo por aquella carretera, sobre todo cuando la vaca le miraba con desprecio, sintió como si las brujas estuvieran dándole la bienvenida, y se cruzaron por su mente, cantidad de respuestas, todas ellas fastidiosas, o mejor dicho horrorosas. Nunca más volvió a salir de noche, por esas carreteras que parecen tortuosas, y que para quien no las conoce bien a fondo, suelen ser ratoneras, unas veces con sonidos raros, y otras veces con fantasmas que andan por los montes solos, que no suelen ser peregrinos, si no, almas en pena, de esa Galicia embrujada, que en sus misterios se hace mucho más bella. G X Cantalapiedra.
Aquella noche del mes de marzo, aquel hombre venido de La Castilla Profunda, intento pasar la noche de Galicia, como si fuera en su tierra, parece ser, que fue destinado de funcionario, por la zona de Puentedeume, y estando soltero, y sintiéndose un corre caminos, intento conocer esa tierra gallega a fondo, no dudando en salir con su coche, por las carreteras más imprevistas, aunque le costase dinero el recorrerlo, ya que en todos los bares o cafeterías, de su recorrido, eran puntos de parada, para saber cómo estaban allí de tranquilos. Este hombre tenía metido en su cerebro un trozo del poema de Vientos del Pueblo, escrito por Miguel Hernández, que decía lo siguiente. “Extremeños de centeno, Gallegos de lluvia y calma. Y él esperaba encontrar esa lluvia y esa calma, por todos los rincones de esa tierra tan apreciada, como es Galicia, Más esa noche que el pretendía conocer los rincones misteriosos, le resulto un poco tenebroso, y por la carretera que circulaba a la una de la madrugada, se le apareció en el medio, una vaca demasiada tranquila, que intento poder esquivarla, pero resultaba imposible, la vaca se movía en la dirección del coche, y este hombre pensó que le dañaría el vehículo, sin poder hacer nada, y sin bajarse del automóvil, la gritaba a la vaca, pero solo consiguió que dos perros de ataque, vinieran a por el animal, que se encontraba parece escapada de su cuadra, y que dichos perros le ladraban a este hombre con una fuerza inusitada, con la idea de atacarle si se hubiera bajado del automóvil, Aquel incidente le costó un buen rato de tiempo, hasta que consiguió seguir su camino, eran momentos de los que la mente humana, se siente desbordada, no habría andado más de un kilómetro, cuando de repente se dio cuenta que su coche estaba pinchado, entre aquella arboleda, se sentía desprotegido, con los faros encendidos, pudo cambiar su rueda, eso sí, no dejaba de mirar alrededor, por si de nuevo aparecieran perros de ataque. Cuando este hombre llegó a Puentedeume, pensó, es posible que no salga más con el coche por la noche, y mucho menos por carreteras medio perdidas, y olvidadas, esto me da pie a seguir pensando en los misterios que encierra esta zona de Galicia. El Hombre durante el tiempo que estuvo por aquella carretera, sobre todo cuando la vaca le miraba con desprecio, sintió como si las brujas estuvieran dándole la bienvenida, y se cruzaron por su mente, cantidad de respuestas, todas ellas fastidiosas, o mejor dicho horrorosas. Nunca más volvió a salir de noche, por esas carreteras que parecen tortuosas, y que para quien no las conoce bien a fondo, suelen ser ratoneras, unas veces con sonidos raros, y otras veces con fantasmas que andan por los montes solos, que no suelen ser peregrinos, si no, almas en pena, de esa Galicia embrujada, que en sus misterios se hace mucho más bella. G X Cantalapiedra.