HAY NOCHES QUE MEJOR OLVIDAR
Aquella noche del mes de septiembre del año 1964, aquel hombre gallego de nacimiento, y viviendo toda su vida en Puentedeume, se vio obligado a salir a buscar un medicamento para su hijo pequeño, enfermo de una enfermedad crónica y mala. Eran las dos de la madrugada, y su casa distaba como tres kilómetros y medio de Puentedeume, con su bicicleta se dispuso hacer el camino, para poder comprar dicho medicamento, que el hijo al darle un ataque de ansiedad, lo precisaba sin pausa, la bajada hasta el pueblo fue rápida y sin demasiados problemas, en la farmacia le atendieron bien, y le dieron el medicamento que necesitaba, pero al empezar a subir en bici hacia su casa, la cuesta pesaba mucho, y empezó viendo detrás del, como una sombra de la noche, que parecía acercarse, el hombre intento subirse a su bicicleta, y quitar la dinamo de la luz, al ver que le frenaba su avance, pero aquel, misterioso objeto o bulto, parecía acercarse cada vez más a su lado. La noche soltaba esa brisa de soledad gallega, donde nadie te podría socorrer, ni echarte una mano de ayuda, solo la mirada hacia atrás como quien parece que se le acerca el demonio, el hombre con la bici de la mano, intento correr, mientras nada ni nadie le veían, Así el hombre aquel echando las bofes por la boca, intentaba que no le alcanzara dicho bulto o sombra. Sin pensarlo demasiado, y sin casi mirar adelante, notó como una niebla cerrada y fría, que le hacían sentirse casi sin visión, de nuevo subió en su bici, y intento pedalear, para no ser alcanzado, pero viendo imposible su actitud, decidió meterse en una entrada de fincas, y abandonar su bicicleta, en la cuneta, y tirándose al suelo para no ser visto, y desde allí divisar aquel fenómeno que jamás había visto ni oído comentar. Aquella sombra enorme, iba dejando su rastro, sin meter ruido alguno, y paso por encima de donde él se encontraba tirado en el suelo, y solo notó, un frío intenso y helador, ya que en segundos su cuerpo y manos se quedaron como tímpanos helados, Segundos después se levantó del suelo, y casi a tientas dio con su bici, que se encontraba helada y mojada, ya que el lugar donde la abandono, debía ser un charco de lluvia. Más a el hombre no le importó, continuo el camino a su hogar, entre un miedo atroz, y el no saber explicar lo que fue aquella sombra heladora, que ya en su vida diaria nunca olvidaría, más no contó a nadie su peripecia, por el que dirían, ya que le tomarían por loco, o miedoso, y el hombre aquel nunca en su vida tuvo miedo, solo a lo desconocido, y no ser nada parecido a lo que cualquier día podemos encontrar en esas veredas, de La Galicia Profunda. Donde hay turistas que vienen pensando en encontrar, Meigas y la Santa Compaña por diferentes lugares. Más Galicia tiene sus misterios entre montes y costas, sus grandes arboledas, y laderas donde nunca sabes dónde pisas, al estar su suelo cubierto de vegetación. Hacen de esta tierra un camino que muchas personas intentan pisar. G X Cantalapiedra.
Aquella noche del mes de septiembre del año 1964, aquel hombre gallego de nacimiento, y viviendo toda su vida en Puentedeume, se vio obligado a salir a buscar un medicamento para su hijo pequeño, enfermo de una enfermedad crónica y mala. Eran las dos de la madrugada, y su casa distaba como tres kilómetros y medio de Puentedeume, con su bicicleta se dispuso hacer el camino, para poder comprar dicho medicamento, que el hijo al darle un ataque de ansiedad, lo precisaba sin pausa, la bajada hasta el pueblo fue rápida y sin demasiados problemas, en la farmacia le atendieron bien, y le dieron el medicamento que necesitaba, pero al empezar a subir en bici hacia su casa, la cuesta pesaba mucho, y empezó viendo detrás del, como una sombra de la noche, que parecía acercarse, el hombre intento subirse a su bicicleta, y quitar la dinamo de la luz, al ver que le frenaba su avance, pero aquel, misterioso objeto o bulto, parecía acercarse cada vez más a su lado. La noche soltaba esa brisa de soledad gallega, donde nadie te podría socorrer, ni echarte una mano de ayuda, solo la mirada hacia atrás como quien parece que se le acerca el demonio, el hombre con la bici de la mano, intento correr, mientras nada ni nadie le veían, Así el hombre aquel echando las bofes por la boca, intentaba que no le alcanzara dicho bulto o sombra. Sin pensarlo demasiado, y sin casi mirar adelante, notó como una niebla cerrada y fría, que le hacían sentirse casi sin visión, de nuevo subió en su bici, y intento pedalear, para no ser alcanzado, pero viendo imposible su actitud, decidió meterse en una entrada de fincas, y abandonar su bicicleta, en la cuneta, y tirándose al suelo para no ser visto, y desde allí divisar aquel fenómeno que jamás había visto ni oído comentar. Aquella sombra enorme, iba dejando su rastro, sin meter ruido alguno, y paso por encima de donde él se encontraba tirado en el suelo, y solo notó, un frío intenso y helador, ya que en segundos su cuerpo y manos se quedaron como tímpanos helados, Segundos después se levantó del suelo, y casi a tientas dio con su bici, que se encontraba helada y mojada, ya que el lugar donde la abandono, debía ser un charco de lluvia. Más a el hombre no le importó, continuo el camino a su hogar, entre un miedo atroz, y el no saber explicar lo que fue aquella sombra heladora, que ya en su vida diaria nunca olvidaría, más no contó a nadie su peripecia, por el que dirían, ya que le tomarían por loco, o miedoso, y el hombre aquel nunca en su vida tuvo miedo, solo a lo desconocido, y no ser nada parecido a lo que cualquier día podemos encontrar en esas veredas, de La Galicia Profunda. Donde hay turistas que vienen pensando en encontrar, Meigas y la Santa Compaña por diferentes lugares. Más Galicia tiene sus misterios entre montes y costas, sus grandes arboledas, y laderas donde nunca sabes dónde pisas, al estar su suelo cubierto de vegetación. Hacen de esta tierra un camino que muchas personas intentan pisar. G X Cantalapiedra.