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PONTEDEUME: AQUELLA NOCHE DE LA SANTA COMPAÑA...

AQUELLA NOCHE DE LA SANTA COMPAÑA
Aquella noche sobre las doce y media, cuando todas las personas que trabajan por el día a plena luz, están empezando a dormir o quizá empezando a soñar. Más aquel matrimonio venido de la zona de Tierra de Campos, que estaban dispuestos a conocer Galicia de lado a lado, con sus costumbres y sus viejas tradiciones.
Empezaron por las noches a tomarse su café, y otros días su chocolate con churros, más la noche se les venía encima, siempre sin prisa, y sin miedo a las brisas del Cantábrico, estaban alquilados a las afueras de aquella Villa, donde dos rías se juntaban haciendo un brazo de mar gigante.
Más aquella noche tenía algo raro, como un reflejo de psicosis de miedo, se veía reflejado en el ambiente a las afueras de dicha villa, sin pensarlo demasiado intentaron acercarse hasta dicho lugar, más un olor fato y desagradable fluía en aquel raro entorno, La esposa tenía sus precauciones, más el marido se llenaba de aventuras y emociones, y comentó, Esta noche no me quedo sin ver estos entierros nocturnos entre bosques. No era un entierro nocturno, eran un grupo como de unas cien personas, con signos de negro, y hasta los zapatos en la noche tenían ese color tétrico, viejos faroles y algún pendón ya roído, pasaron entre cantico de muerte, al lado de la casa que ellos habían alquilado, fuera de aquella villa gallega. Su sonido en la noche les producía temblores, los ecos de dichos cantos de muerte, eran espeluznantes, la carne de los brazos de aquel matrimonio se puso como de gallina, y el marido comentó, ”Esto nunca pensé que me marcaría tanto”, El matrimonio espero en aquel lugar de la casa, que aquel tenebroso acto pasara de largo, sin que se dieran cuenta de que los estaban mirando, y pensando en todo aquel ambiente de muerte cerca del otoño, que en su propia tierra siempre era la época de las muertes por enfermedades de toda clase.
Aquella noche de La Santa Compaña, fue decisiva en su viaje, se llevaron a sus tierras castellanas, los ecos de una tierra melancólica, nostálgica llena de saudades, y empezaron a entender los versos de Rosalía de Castro, como libro de cabecera. G X Cantalapiedra.