VOLVIENDO A GALICIA
Hace ahora cuarenta y tres años, que aquel marinero gallego volvía a su Galicia natal. Llevaba sin pisar su aldea unos 13, años, y aquella oportunidad que le brindaba su trabajo, no quería dejarla de lado, Estando, trabajando en una empresa española, en la zona del sur de África, al darle permiso y pagarle el viaje se sintió muy agradecido, para volver a pisar su tierra, en la que tanto pensaba. Salieron de Madrid a las siete de la tarde de aquel verano no muy caluroso, en un TAXI de dicha ciudad, que iba cargado a tope, con cuatro hombres del mar, y sus respectivas maletas y bolsos. Todo parecía normal, durante el camino solo pararon una vez a refrescar, ya que entonces los coches no llevaban aire acondicionado, todo era hablar de su trabajo en aquellos mares, donde existía el problema de tener a las personas de color, en diferente escalón, digamos la época de Mandela en prisión. Era un comentario sin tapujos. Más al llegar a Galicia era muy de noche, quizá las doce, y entonces en el interior del TAXI, sonaron voces que al taxista le sorprendieron, más o menos fueron así, Galicia terra nosa, y se ve que la nostalgia y la morriña, con bastante saudade, se adueñaron de la situación, durante unos cinco minutos fueron voces con ecos, que impresionaban, aquellos hombres cargados de nostalgia gritaron lo que más llevaban dentro. Estaban contentos y felices de volver de nuevo a su tierra, donde se fueron quedando unos y otros, Santiago, Cangas de Reyes y por último Marín. Eran recuerdos imposibles de olvidar, llevaban el corazón y su memoria a flor de piel, el pisar de nuevo su Galicia, era como si hubieran vuelto a nacer, ese ambiente nunca se le olvida a la persona que lo vive de cerca, son conversaciones de horas, sobre diferentes temas, y cuando la tierra te tira es algo tan grande, que lo llevas escrito en tu cerebro, y ya no puedes olvidarlo, Suerte y salud para esos marineros que están trabajando fuera de su tierra, y están esperando algún día no muy lejano volver, que haya suerte. G X Cantalapiedra.
Hace ahora cuarenta y tres años, que aquel marinero gallego volvía a su Galicia natal. Llevaba sin pisar su aldea unos 13, años, y aquella oportunidad que le brindaba su trabajo, no quería dejarla de lado, Estando, trabajando en una empresa española, en la zona del sur de África, al darle permiso y pagarle el viaje se sintió muy agradecido, para volver a pisar su tierra, en la que tanto pensaba. Salieron de Madrid a las siete de la tarde de aquel verano no muy caluroso, en un TAXI de dicha ciudad, que iba cargado a tope, con cuatro hombres del mar, y sus respectivas maletas y bolsos. Todo parecía normal, durante el camino solo pararon una vez a refrescar, ya que entonces los coches no llevaban aire acondicionado, todo era hablar de su trabajo en aquellos mares, donde existía el problema de tener a las personas de color, en diferente escalón, digamos la época de Mandela en prisión. Era un comentario sin tapujos. Más al llegar a Galicia era muy de noche, quizá las doce, y entonces en el interior del TAXI, sonaron voces que al taxista le sorprendieron, más o menos fueron así, Galicia terra nosa, y se ve que la nostalgia y la morriña, con bastante saudade, se adueñaron de la situación, durante unos cinco minutos fueron voces con ecos, que impresionaban, aquellos hombres cargados de nostalgia gritaron lo que más llevaban dentro. Estaban contentos y felices de volver de nuevo a su tierra, donde se fueron quedando unos y otros, Santiago, Cangas de Reyes y por último Marín. Eran recuerdos imposibles de olvidar, llevaban el corazón y su memoria a flor de piel, el pisar de nuevo su Galicia, era como si hubieran vuelto a nacer, ese ambiente nunca se le olvida a la persona que lo vive de cerca, son conversaciones de horas, sobre diferentes temas, y cuando la tierra te tira es algo tan grande, que lo llevas escrito en tu cerebro, y ya no puedes olvidarlo, Suerte y salud para esos marineros que están trabajando fuera de su tierra, y están esperando algún día no muy lejano volver, que haya suerte. G X Cantalapiedra.