BUSCABA UNA CURANDERA MILAGREIRA
Aquel hombre con sus sesenta años, viendo que cada día perdía peso, decidió marchar con su pollino hasta la parroquia donde un vecino le habían curado de ciertos males, Aquel hombre campesino de profesión toda su vida, conocía las hierbas de su tierra, pero no se veía con fuerza para seguir caminando, y no se confiaba de nadie para que lo pudiera curar. Aquella mañana de hace más de un siglo se llenó de esperanza, y decidido marchó de madrugada, Eran las seis de la mañana, cuando su pollino fue cargado con su albarda, unas alforjas con un poco de comida y una botella de agua, a la vez una pequeña botella de aguardiente de orujo gallego. Para entrar en calor si fuera necesario, más aquella mañana el hombre aquel se notaba casi sin fuerza, y subido en el pollino estuvo casi todo el camino que eran unos 30, kilómetros, desde su vivienda hasta aquella parroquia o concellyo, al llegar aquel lugar de la Galicia Profunda, preguntando por la curandera, le mandaron en casa de una mujer con fama de meiga o bruja, La mujer aquella al hablar con este hombre le indico que le podría echar un remiendo, pero que era otra señora la que se dedicaba a curar enfermos imposibles de curarse, El hombre con su pollino o asno, camino hasta donde le indico aquella mujer, que llamando a su puerta salió desalineada, con sus pocos pelos revueltos por el viento de Galicia, le pregunto que cual eran sus males, el hombre contó todo lo que le pasaba, y la curandera, le mando echar siempre en su comida o cena, ciertas hojas de laurel, como canela en todos las leches hervidas, además de dormir lo necesario, para que el cuerpo descanse y se cargue su metabolismo que según ella estaba descargado, y siempre bebiendo mucha agua clara y si puede ser que nunca sea salada. Aquel hombre después de escuchar aquella parrafada de productos naturales, además de algunas hierbas para desayunar, como si fueran te o manzanilla, El hombre aquel cogiendo su borriquillo o pollino, inicio el retorno a su Puentedeume, donde en los meses siguientes parece que algo mejoró. Pero se ve que la enfermedad de nuevo le ataco cuando ya pasaba un año de aquel viaje a ver a una mujer curandera, que sin tener estudios ni otras cosas, algo sabía de la Madre Naturaleza que es posible que use toda su fortaleza, para llevarnos al final del camino que ella decida. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre con sus sesenta años, viendo que cada día perdía peso, decidió marchar con su pollino hasta la parroquia donde un vecino le habían curado de ciertos males, Aquel hombre campesino de profesión toda su vida, conocía las hierbas de su tierra, pero no se veía con fuerza para seguir caminando, y no se confiaba de nadie para que lo pudiera curar. Aquella mañana de hace más de un siglo se llenó de esperanza, y decidido marchó de madrugada, Eran las seis de la mañana, cuando su pollino fue cargado con su albarda, unas alforjas con un poco de comida y una botella de agua, a la vez una pequeña botella de aguardiente de orujo gallego. Para entrar en calor si fuera necesario, más aquella mañana el hombre aquel se notaba casi sin fuerza, y subido en el pollino estuvo casi todo el camino que eran unos 30, kilómetros, desde su vivienda hasta aquella parroquia o concellyo, al llegar aquel lugar de la Galicia Profunda, preguntando por la curandera, le mandaron en casa de una mujer con fama de meiga o bruja, La mujer aquella al hablar con este hombre le indico que le podría echar un remiendo, pero que era otra señora la que se dedicaba a curar enfermos imposibles de curarse, El hombre con su pollino o asno, camino hasta donde le indico aquella mujer, que llamando a su puerta salió desalineada, con sus pocos pelos revueltos por el viento de Galicia, le pregunto que cual eran sus males, el hombre contó todo lo que le pasaba, y la curandera, le mando echar siempre en su comida o cena, ciertas hojas de laurel, como canela en todos las leches hervidas, además de dormir lo necesario, para que el cuerpo descanse y se cargue su metabolismo que según ella estaba descargado, y siempre bebiendo mucha agua clara y si puede ser que nunca sea salada. Aquel hombre después de escuchar aquella parrafada de productos naturales, además de algunas hierbas para desayunar, como si fueran te o manzanilla, El hombre aquel cogiendo su borriquillo o pollino, inicio el retorno a su Puentedeume, donde en los meses siguientes parece que algo mejoró. Pero se ve que la enfermedad de nuevo le ataco cuando ya pasaba un año de aquel viaje a ver a una mujer curandera, que sin tener estudios ni otras cosas, algo sabía de la Madre Naturaleza que es posible que use toda su fortaleza, para llevarnos al final del camino que ella decida. G X Cantalapiedra.