AQUEL MARINO MERCANTE
En una noche en penumbra el marino me contaba, que a veces la Luna alumbra sin ver a la madrugada. Era un hombre solitario que supo sufrir sin tregua, que conoció su calvario sin poder usar su lengua. Pasando por hospitales de países diferentes, supo vivir aguantando entre diferentes gentes. Me habló de la mar serena en noches de las estrellas, y comentó que las penas nunca pudieran ser bellas. La morriña de bandera entre grandes temporales, el corazón sin barrera sufre casos anormales. Ser marino navegando por esos mares del mundo, es como seguir pensando en no verte nunca absurdo. Esos mares tenebrosos cargados de fantasía a veces son horrorosos, por su mala compañía. Aquel marino me hablaba de sus olas tan tremendas, y en su frente se notaba cuando se pierden las riendas. Marinero convencido de saber vivir su historia, sobre su tiempo elegido jamás quiso hallar la gloria. La vida cambio su ruta sin entender de los mares, hay mucha sombra absoluta que solo deja pesares. Marino de jubilado, aunque no vaya en los barcos, su camino endemoniado es olvidar desembarcos. No hay rutas por esos mares que te den los buenos días, el mar tiene sus lugares donde las noches son frías. Hoy solo mira las rías que le parecen tranquilas, sin pensar en agonías sus viejas sombras perfila. Olvidarse de su oficio es difícil de momento, le parece un sacrificio que tiene su sufrimiento. Galicia lleva consigo para sentirse gallego, su viva no fue castigo ni sueña que es un mal pliego. Ser marinero en Galicia casi siempre es lo primero, la vida siente delicia al ser mundo aventurero. G X Cantalapiedra.
En una noche en penumbra el marino me contaba, que a veces la Luna alumbra sin ver a la madrugada. Era un hombre solitario que supo sufrir sin tregua, que conoció su calvario sin poder usar su lengua. Pasando por hospitales de países diferentes, supo vivir aguantando entre diferentes gentes. Me habló de la mar serena en noches de las estrellas, y comentó que las penas nunca pudieran ser bellas. La morriña de bandera entre grandes temporales, el corazón sin barrera sufre casos anormales. Ser marino navegando por esos mares del mundo, es como seguir pensando en no verte nunca absurdo. Esos mares tenebrosos cargados de fantasía a veces son horrorosos, por su mala compañía. Aquel marino me hablaba de sus olas tan tremendas, y en su frente se notaba cuando se pierden las riendas. Marinero convencido de saber vivir su historia, sobre su tiempo elegido jamás quiso hallar la gloria. La vida cambio su ruta sin entender de los mares, hay mucha sombra absoluta que solo deja pesares. Marino de jubilado, aunque no vaya en los barcos, su camino endemoniado es olvidar desembarcos. No hay rutas por esos mares que te den los buenos días, el mar tiene sus lugares donde las noches son frías. Hoy solo mira las rías que le parecen tranquilas, sin pensar en agonías sus viejas sombras perfila. Olvidarse de su oficio es difícil de momento, le parece un sacrificio que tiene su sufrimiento. Galicia lleva consigo para sentirse gallego, su viva no fue castigo ni sueña que es un mal pliego. Ser marinero en Galicia casi siempre es lo primero, la vida siente delicia al ser mundo aventurero. G X Cantalapiedra.