ERAN SOMBRAS DEL PASADO
Aquel hombre que el año de 1945, viejo y cansado, sin tener apenas familia que le pudiera estar dando ayuda, peregrinaba o mejor dicho mendingaba por distintos lugares de Galicia, buscando algo de alimento para seguir adelante, Sus ochenta y cinco años, le tenían sumido en perdidas de oído y vista, Comentan que una noche llegó hasta un pazo, donde le dieron cobijo con sus animales de trabajo, era un cuadra de ganado, con vacas de leche y de labor agrícola, y el hombre aquel se dispuso a poder dormir sin otra idea que la de pasar la noche librándose de la lluvia, que parecía ser infinita. Todo se desenvolvía normal, hasta que sobre la una de la madrugada, algo raro empezó a sentir. Un ruido que le recordaba el de una tormenta con aparato eléctrico, pero pronto se dio cuenta que solo era lluvia del mes de marzo. Aquel hombre mendigo cogió miedo. Notó como su cuerpo se quedaba sin fuerza, sus manos temblaban y sus ojos lloraban, intento salir a la parte de fuera del patio corral del pazo, más sus piernas se negaron, su cerebro le funcionaba, más era imposible ponerse en marcha, En esos momentos trágicos pedía a dios que se le llevara con él, quería dejar de ser un pordiosero, un hombre que trabajo en distintas labores, y la jubilación no existía, y al verse mayor y sin familia pensó en acabar allí su vida. Sin que nadie le pudiera reprochar nada, En esos grises momentos se paso por su cerebro casi todo lo que su vida le había dado, Lo bueno y malo, la soledad en la que había caminado, el abandono al sentirse con pocas fuerzas para seguir en el mar, Todo aquello parecía ser lo más normal, de cualquier gallego de aquella época de la posguerra. Que con esa edad no tuviera alguna propiedad, o una familia de acogida. Fueron muchas horas en ese estado de salud, casi hasta el amanecer donde el dueño del pazo le encontró fallecido sobre la hierba de su cuadra, que era la comida del ganado. Comunicando a las autoridades aquel hecho puntual. Hubo gente que conociendo al mendigo, se lamentaba de su muerte, otros en cambio dijeron, que no tenía más salida que la del cementerio, como así fue, Cuando los seres humanos se ven en este estado de abandono, hay personas que no pueden aceptarlo, y ellos solos buscan un final donde pronto den con ellos. D. E. P. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre que el año de 1945, viejo y cansado, sin tener apenas familia que le pudiera estar dando ayuda, peregrinaba o mejor dicho mendingaba por distintos lugares de Galicia, buscando algo de alimento para seguir adelante, Sus ochenta y cinco años, le tenían sumido en perdidas de oído y vista, Comentan que una noche llegó hasta un pazo, donde le dieron cobijo con sus animales de trabajo, era un cuadra de ganado, con vacas de leche y de labor agrícola, y el hombre aquel se dispuso a poder dormir sin otra idea que la de pasar la noche librándose de la lluvia, que parecía ser infinita. Todo se desenvolvía normal, hasta que sobre la una de la madrugada, algo raro empezó a sentir. Un ruido que le recordaba el de una tormenta con aparato eléctrico, pero pronto se dio cuenta que solo era lluvia del mes de marzo. Aquel hombre mendigo cogió miedo. Notó como su cuerpo se quedaba sin fuerza, sus manos temblaban y sus ojos lloraban, intento salir a la parte de fuera del patio corral del pazo, más sus piernas se negaron, su cerebro le funcionaba, más era imposible ponerse en marcha, En esos momentos trágicos pedía a dios que se le llevara con él, quería dejar de ser un pordiosero, un hombre que trabajo en distintas labores, y la jubilación no existía, y al verse mayor y sin familia pensó en acabar allí su vida. Sin que nadie le pudiera reprochar nada, En esos grises momentos se paso por su cerebro casi todo lo que su vida le había dado, Lo bueno y malo, la soledad en la que había caminado, el abandono al sentirse con pocas fuerzas para seguir en el mar, Todo aquello parecía ser lo más normal, de cualquier gallego de aquella época de la posguerra. Que con esa edad no tuviera alguna propiedad, o una familia de acogida. Fueron muchas horas en ese estado de salud, casi hasta el amanecer donde el dueño del pazo le encontró fallecido sobre la hierba de su cuadra, que era la comida del ganado. Comunicando a las autoridades aquel hecho puntual. Hubo gente que conociendo al mendigo, se lamentaba de su muerte, otros en cambio dijeron, que no tenía más salida que la del cementerio, como así fue, Cuando los seres humanos se ven en este estado de abandono, hay personas que no pueden aceptarlo, y ellos solos buscan un final donde pronto den con ellos. D. E. P. G X Cantalapiedra.