EL DRAMA DE AQUEL HOMBRE GALLEGO
Aquel hombre de Galicia pensó seguir batallando, le faltaba la caricia de su mujer terminando. La muerte vino deprisa, su mujer murió llorando, la guadaña dejó brisa de una vida suspirando. Aquel hombre con agallas quiso seguir el camino, eran muchas grandes trabas en su penoso destino. El drama le fue marcando y una cruz llevo consigo, las noches pasó llorando como quien sufre castigo. Con sus gestos desgarrados la vida marcó sus signos, eran ratos marginados maldiciendo los caminos. Miraba mucho las fotos de sus tiempos ya pasados, y temiendo ver los cotos eran sus sueños pesados. Aquel hombre que lloraba viendo las claras del alba, sobre su mente llevaba el no poder lograr calma. Visitando el cementerio entre sombras desgarradas, era su asunto tan serio que notaba encrucijadas. Noches repletas de llanto, mientras los hijos clamaban, era duro el desencanto y aun más cuando la alababan. Aquel gallego sentido, cargado va de distancia, en sus sueños deprimidos jamás notaba arrogancia. Es el drama de la muerte cuando se acaba la vida, siempre soñamos con suerte sin entender la partida. Hay frases que marchan locas y se vuelven pesadillas, que pudieran ser las rocas sin ver jamás maravillas. Aquel hombre que abrazaba una senda maldecida, en su mente se clavaba la terrible despedida. Los llantos siguen andando, su casa senda elegida. El amor quedó flotando sin entender bien la herida. Dicen que lloran los campos, y que las flores palpitan, a veces se notan llantos y ves que las noches gritan. Aquel gallego llorando supo de dolor y duelo, el alma le fue marcando que la vida da consuelo. No todo son maldiciones cuando se marchan amores, existen las sensaciones de ver que acaban candores. Hay llantos que son posibles cuando la fe nos embarga, y brisas tan invisibles que alguna se vuelve amarga. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre de Galicia pensó seguir batallando, le faltaba la caricia de su mujer terminando. La muerte vino deprisa, su mujer murió llorando, la guadaña dejó brisa de una vida suspirando. Aquel hombre con agallas quiso seguir el camino, eran muchas grandes trabas en su penoso destino. El drama le fue marcando y una cruz llevo consigo, las noches pasó llorando como quien sufre castigo. Con sus gestos desgarrados la vida marcó sus signos, eran ratos marginados maldiciendo los caminos. Miraba mucho las fotos de sus tiempos ya pasados, y temiendo ver los cotos eran sus sueños pesados. Aquel hombre que lloraba viendo las claras del alba, sobre su mente llevaba el no poder lograr calma. Visitando el cementerio entre sombras desgarradas, era su asunto tan serio que notaba encrucijadas. Noches repletas de llanto, mientras los hijos clamaban, era duro el desencanto y aun más cuando la alababan. Aquel gallego sentido, cargado va de distancia, en sus sueños deprimidos jamás notaba arrogancia. Es el drama de la muerte cuando se acaba la vida, siempre soñamos con suerte sin entender la partida. Hay frases que marchan locas y se vuelven pesadillas, que pudieran ser las rocas sin ver jamás maravillas. Aquel hombre que abrazaba una senda maldecida, en su mente se clavaba la terrible despedida. Los llantos siguen andando, su casa senda elegida. El amor quedó flotando sin entender bien la herida. Dicen que lloran los campos, y que las flores palpitan, a veces se notan llantos y ves que las noches gritan. Aquel gallego llorando supo de dolor y duelo, el alma le fue marcando que la vida da consuelo. No todo son maldiciones cuando se marchan amores, existen las sensaciones de ver que acaban candores. Hay llantos que son posibles cuando la fe nos embarga, y brisas tan invisibles que alguna se vuelve amarga. G X Cantalapiedra.