EN GALICIA NO TODO ES MELANCOLIA.
Correr por las carreteras gallegas, algunas veces es peligroso, subir y bajar pendientes puede hacer horas dichosas, En ese ambiente de la Galicia misteriosa, se pasan las horas de una manera que no te das apenas cuenta, ver rías y montañas no demasiadas altas, pero pasar por pequeñas localidades, donde apenas ni te llegas a enterar como se llaman esos preciosos lugares. Ver hórridos que aún se sienten en pie, sin asustarles las lluvias ni las tormentas fatales, que algunas veces pasan haciendo de las suyas. Circular sin prisa, es conocer el terreno sin esa necesidad de ver todo cuanto te rodea, esos pequeños negocios de Galicia, donde surge la conversación, aunque de vez en cuando, se escuche el depende. Que nunca sabes donde llega ni donde va. Pero se acostumbra a escucharlo de cerca, y ya no te importa su resultado, ni quien te suelta esa palabra de depende. Porque no intentas aclarar tan rara palabra, La melancolía gallega se va viviendo de vez en cuando, es algo que circula sin preguntar a nadie, ni decirle si le agrada o no el escuchar a diario ese tema, gallego. Que te deja con las mismas dudas de antes de escucharlo. La melancolía, gallega parece ser que tiene sus palabras metidas en el centro de la vida, sin querer dejar las costumbres y dialectos que se usan dentro de ese territorio. Las personas que andamos y disfrutamos de tan bonito territorio, al marcharnos de ahí sentimos eso de la nostalgia o melancolía gallega, que te regala esa tierra, Me gustaría el saber de esa morriña, o esa despedida nostálgica, donde te vas a otras regiones, y al alejarte parece que dejas algo olvidado sobre donde estuviste viviendo, y su paisaje le llevas en tu mente para mucho tiempo. Hay lugares que, al conocerlos de cerca, se te meten en el cerebro para tenerlos dentro de ti, y esos terrenos se ve que existen muchos en Galicia.
G X Cantalapiedra.
Correr por las carreteras gallegas, algunas veces es peligroso, subir y bajar pendientes puede hacer horas dichosas, En ese ambiente de la Galicia misteriosa, se pasan las horas de una manera que no te das apenas cuenta, ver rías y montañas no demasiadas altas, pero pasar por pequeñas localidades, donde apenas ni te llegas a enterar como se llaman esos preciosos lugares. Ver hórridos que aún se sienten en pie, sin asustarles las lluvias ni las tormentas fatales, que algunas veces pasan haciendo de las suyas. Circular sin prisa, es conocer el terreno sin esa necesidad de ver todo cuanto te rodea, esos pequeños negocios de Galicia, donde surge la conversación, aunque de vez en cuando, se escuche el depende. Que nunca sabes donde llega ni donde va. Pero se acostumbra a escucharlo de cerca, y ya no te importa su resultado, ni quien te suelta esa palabra de depende. Porque no intentas aclarar tan rara palabra, La melancolía gallega se va viviendo de vez en cuando, es algo que circula sin preguntar a nadie, ni decirle si le agrada o no el escuchar a diario ese tema, gallego. Que te deja con las mismas dudas de antes de escucharlo. La melancolía, gallega parece ser que tiene sus palabras metidas en el centro de la vida, sin querer dejar las costumbres y dialectos que se usan dentro de ese territorio. Las personas que andamos y disfrutamos de tan bonito territorio, al marcharnos de ahí sentimos eso de la nostalgia o melancolía gallega, que te regala esa tierra, Me gustaría el saber de esa morriña, o esa despedida nostálgica, donde te vas a otras regiones, y al alejarte parece que dejas algo olvidado sobre donde estuviste viviendo, y su paisaje le llevas en tu mente para mucho tiempo. Hay lugares que, al conocerlos de cerca, se te meten en el cerebro para tenerlos dentro de ti, y esos terrenos se ve que existen muchos en Galicia.
G X Cantalapiedra.