AQUEL MATRIMONIO SE EMPADRONABA EN GALICIA
Una tarde del verano caluroso del año 2022, aquel hombre llegado de Madrid se dio cuenta que el calor que existía en ese tiempo de verano era irresistible, y pensó quedarse a vivir todo el resto de su vida con su esposa, en esa tierra gallega, en el vértice que hay entre Ferrol y La Coruña. Al estar jubilado no le importaba residir en esa tierra donde los calores no son lo mismo que en la Castilla mesetaria. El matrimonio pronto se empadrono, y se hizo adicto a sus paseos cerca de la Ría de Ume, y hacer sus largas travesías andando por esas tierras donde las carreteras conservan sus curvas, y sus arbolados son de perderse entre la jungla del monte. En el invierno el frío no era demasiado fuerte, y su esposa era feliz, al ver que, en el verano, ningún año pasaron calor en su vivienda gallega. Y presentían ser muy felices disfrutando de un tiempo lluvioso, que les calmaba los nervios, y dentro de aquel territorio sabían que el calor era mucho más llevadero, sin faltar la lluvia en muchas noches y madrugadas, era sentir el alivio de no notar la contaminación, ni las prisas de la gran ciudad de Madrid, era una forma nueva de vivir como decía Miguel Hernández en su poema de Vientos del pueblo, “Gallegos de lluvia y calma”, Pero con un paisaje de verde esperanza y un tiempo que en el verano no pasas de 30, grados en esa zona de la Galicia verde. Donde la buena comida te deja satisfecho, y si te gusta viajar, puedes encontrar cantidad de lugares donde te puedes sentir a gusto. Sin echar en falta nada de otra forma de vida, donde los calores parecen que se están desatando, y en este mes de abril lo estamos notando, Es difícil entender este cambio de vida, pero viendo las nubes caer lluvia, y ver el verdor por todas partes, sin temer a esa sequía que parece que el cambio climático se está acelerando, hay muchas personas que pudieran pensar lo mismo. Galicia es la tierra donde nadie se ve forastero.
G X Cantalapiedra.
Una tarde del verano caluroso del año 2022, aquel hombre llegado de Madrid se dio cuenta que el calor que existía en ese tiempo de verano era irresistible, y pensó quedarse a vivir todo el resto de su vida con su esposa, en esa tierra gallega, en el vértice que hay entre Ferrol y La Coruña. Al estar jubilado no le importaba residir en esa tierra donde los calores no son lo mismo que en la Castilla mesetaria. El matrimonio pronto se empadrono, y se hizo adicto a sus paseos cerca de la Ría de Ume, y hacer sus largas travesías andando por esas tierras donde las carreteras conservan sus curvas, y sus arbolados son de perderse entre la jungla del monte. En el invierno el frío no era demasiado fuerte, y su esposa era feliz, al ver que, en el verano, ningún año pasaron calor en su vivienda gallega. Y presentían ser muy felices disfrutando de un tiempo lluvioso, que les calmaba los nervios, y dentro de aquel territorio sabían que el calor era mucho más llevadero, sin faltar la lluvia en muchas noches y madrugadas, era sentir el alivio de no notar la contaminación, ni las prisas de la gran ciudad de Madrid, era una forma nueva de vivir como decía Miguel Hernández en su poema de Vientos del pueblo, “Gallegos de lluvia y calma”, Pero con un paisaje de verde esperanza y un tiempo que en el verano no pasas de 30, grados en esa zona de la Galicia verde. Donde la buena comida te deja satisfecho, y si te gusta viajar, puedes encontrar cantidad de lugares donde te puedes sentir a gusto. Sin echar en falta nada de otra forma de vida, donde los calores parecen que se están desatando, y en este mes de abril lo estamos notando, Es difícil entender este cambio de vida, pero viendo las nubes caer lluvia, y ver el verdor por todas partes, sin temer a esa sequía que parece que el cambio climático se está acelerando, hay muchas personas que pudieran pensar lo mismo. Galicia es la tierra donde nadie se ve forastero.
G X Cantalapiedra.