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PONTEDEUME: EL MIEDO A LA CARRETERA...

EL MIEDO A LA CARRETERA
Aquella noche del mes de enero, el matrimonio ya mayores de 75, años, estaban nerviosos, su piso de Galicia parecía inundado, y el aviso de que fueran para poder arreglarlo, les puso en marcha, su coche tenía un montón de kilómetros y una buena ristra de revistas de I. T. V. Aunque seguía circulando bien, pero el matrimonio tenía problemas en la vista. El marido con los dos ojos con el cristalino movido, y la esposa con cataratas, Aquella noche no podían dormir y a las seis de la madrugada se decidieron a salir desde su piso de Madrid, para poder llegar allí cuanto antes, La madrugada era fatal, la niebla llegando a Las Rozas hacía la carretera peligrosa, y después había trozos de autovía que eran cubiertos por una niebla densa, al llegar Adanero, la niebla se puso cerrada, y parecía ser de noche, no como era de madrugada, hasta llegar a tierras zamoranas la niebla inundaba todos los campos de la provincia de Valladolid, luego parecía que se marchaba, aunque nunca del todo, llegando hasta Ponferrada, con los faros antiniebla para poder ver mucho mejor el camino por recorrer. La entrada en tierra gallega era una pesadilla, Piedrafita del Cebreiro, seguía siendo un punto negro, y desde allí los puentes acueductos y tramos peligrosos afloraban sobre aquella autovía del Noreste, que al matrimonio le ponía nervioso. Ya que la lluvia a corros hacía más peligroso el asfalto. Fueron kilómetros de desventuras, curvas con el miedo de patinar en dicho asfalto, y las visiones de sus ojos con esas telas de araña negras que dan el cristalino movido, cuando una persona esta según dicen los médicos con las goteras de la edad encima. La llegada a Puentedeume fue relajante, por fin estaban en su segunda vivienda, y al llegar el disgusto morrocotudo, el piso hecho un charco, la lluvia del otoño e invierno, había dejado mojado hasta los colchones, Era demasiado fuerte, el ver los techos hasta desprendidos, con las paredes todas mojadas, parecía que hubieran estado echando agua con una manguera, para colmo el seguro se quería lavar las manos, y la comunidad no tenía demasiadas reservas para afrontar tantos daños. El matrimonio sin amedrentarse se busco un hotel, y desde allí se hicieron las reclamaciones oportunas, para empezar dicha reforma. Al final el sentido común hizo su aparición, todo tiene arreglo menos la muerte, eso dijeron los ancianos al ver de nuevo su piso como en época de verano, volviendo a Madrid pasados unos días de presiones y malentendidos. G X Cantalapiedra.