ALGUNOS TEJADOS DE GALICIA
En los quince días que pasé en Galicia este mes de junio, que fueron de lluvia niebla y alguna tormenta, ya que estuve entre Rías como la de Ume y Betanzos, y donde apenas vi el Sol el lunes de San Juan, aunque a ratos, he comprobado que hay tejados de tejas de barro cocido, que tienen hierbas hasta de más de medio metro de altura. Y en esta tierra entre Rías, donde llover es normal la mayoría de los días del año, con temperaturas entre 13, grados por la noche y 20, grados sobre las cuatro de la tarde, como máximo. Con unas mareas muy grandes, ya que los automóviles amanecen llenos de agua de dicha marea, sabia de sobra que esta zona de Galicia, esta llamada a no tener demasiado calor, ya que en mis viajes de agosto, nunca vi calor mayor a 30, grados, y las noche siempre refrescaban, lo que hace que las personas venidas de calores grandes nos sintamos a gusto en ese clima húmedo, La otra tarde mirando los tejados de las casas de al lado donde se daba la sardinada de San Juan, en Puentedeume, me fije en sus tejados, las hierbas eran un jardín salvaje, que tienen que hacer goteras imposibles de no ver sus vecinos, No se debe criticar al abandono, que pudiera ser más bien un brote de el clima húmedo, que hace que las hierbas crezcan entre las baldosas de las aceras, así que los tejados son lugar de verse el verde crecer sin tapujos, dando problemas y gastos de dinero sus posibles goteras. Es precioso ver llover, sin apenas dejar descanso, pero esa lluvia fina que suele ser llovizna o chirimiri. Pero que te cala si estas tiempo sin paraguas o otra ropa que sea impermeable. Esto parece ser lo que siempre fue Galicia, cuando el cambio climático no se hablaba del ni parece ser que existiera. La lluvia hace recular a los desiertos, ojalá se diera en esos lugares del mundo donde la tierra deja de producir, y empieza a ser desértica.
G X Cantalapiedra. 27 – 6 – 2024.
En los quince días que pasé en Galicia este mes de junio, que fueron de lluvia niebla y alguna tormenta, ya que estuve entre Rías como la de Ume y Betanzos, y donde apenas vi el Sol el lunes de San Juan, aunque a ratos, he comprobado que hay tejados de tejas de barro cocido, que tienen hierbas hasta de más de medio metro de altura. Y en esta tierra entre Rías, donde llover es normal la mayoría de los días del año, con temperaturas entre 13, grados por la noche y 20, grados sobre las cuatro de la tarde, como máximo. Con unas mareas muy grandes, ya que los automóviles amanecen llenos de agua de dicha marea, sabia de sobra que esta zona de Galicia, esta llamada a no tener demasiado calor, ya que en mis viajes de agosto, nunca vi calor mayor a 30, grados, y las noche siempre refrescaban, lo que hace que las personas venidas de calores grandes nos sintamos a gusto en ese clima húmedo, La otra tarde mirando los tejados de las casas de al lado donde se daba la sardinada de San Juan, en Puentedeume, me fije en sus tejados, las hierbas eran un jardín salvaje, que tienen que hacer goteras imposibles de no ver sus vecinos, No se debe criticar al abandono, que pudiera ser más bien un brote de el clima húmedo, que hace que las hierbas crezcan entre las baldosas de las aceras, así que los tejados son lugar de verse el verde crecer sin tapujos, dando problemas y gastos de dinero sus posibles goteras. Es precioso ver llover, sin apenas dejar descanso, pero esa lluvia fina que suele ser llovizna o chirimiri. Pero que te cala si estas tiempo sin paraguas o otra ropa que sea impermeable. Esto parece ser lo que siempre fue Galicia, cuando el cambio climático no se hablaba del ni parece ser que existiera. La lluvia hace recular a los desiertos, ojalá se diera en esos lugares del mundo donde la tierra deja de producir, y empieza a ser desértica.
G X Cantalapiedra. 27 – 6 – 2024.