BUSCANDO A LAS VIEJAS MEIGAS
Este hombre que tenía más de sesenta y cinco años, que era seguidor de Iker Jiménez en Cuarto Milenio, le habían hablado de ese pueblo lleno de acantilados de Galicia, donde las meigas parecían estar presentes, este hombre con su esposa y un nieto, que veraneaban en Puentedeume, se decidieron aquella mañana llegar a tan raro lugar, San Andrés de Teixeiro, y salieron hacia ese pueblo de la costa del Cantábrico, sobre las doce de la mañana, su automóvil un Škoda Octavia, subía y pasaba curvas con facilidad, más una tormenta se avecinaba antes de empezar a subir esas rampas delicadas, con carretera estrecha y eucaliptos en todas partes, más la tormenta parecía ir creciendo, y antes de llegar a su cima, los rayos y truenos dominaban el ambiente, empezó cayendo gotas gordas de lluvia, que sin tardar mucho se convirtió en pedrisco, que golpeaba el techo del automóvil, donde el parabris llegó a estar lleno de granizo, el hombre llegó a parar el coche debajo de un árbol en plena carretera de subida, y espero cierto tiempo a que pasara dicha tormenta. En ese tiempo de parada, comentaba a su esposa y nieto que este viaje llevaba tiempo preparándole, y que presentía que las meigas le pondrían impedimento, que hasta ese momento no lo había notado, más el viaje le reanudo, y una vez en su cima empezó a bajar hasta el aparcamiento municipal gratuito, y repleto de automóviles, desde donde podía ver esa barrera de nubes que avanzaban por el mar, solo bajaron hasta donde están los acantilados señalizados, y visitar su iglesia en ladera, con sus pocas calles, más llenas de tiendas de venta de todo tipo, incluso recuerdos de esa Galicia de sombras y misterios, Pudieron comer en un restaurante del Centro de dicha localidad, el ambiente era de trato amable y buena atención, más todas las personas que allí estaban querían comer cosas típicas de esa tierra gallega de sus costas y rías, como parece que así fue, al caer la tarde el hombre su esposa y nieto decidieron marchar hasta Cariño, pueblo conservero y marinero, que les resulto bastante agradable. El camino de vuelta a Puentedeume, fue de amenaza constante de esa tormenta que parecía haber cogido agua en aquel lugar de Galicia, donde según las meigas dicen. “Que quien no va en su vida, volverá de muerto”. Todo aquel entorno les pareció maravilloso, siendo sus acantilados unos lugares privilegiados para ver cómo se forman las nubes y tormentas. Y miradores para admirar sus acantilados que según escucharon allí mismo, son los más grandes de Europa. Aquel viaje resulto ser bueno, incluso con una tormenta horrorosa, de las que dejan recuerdos.
G X Cantalapiedra. 31 – 8 – 2024.
Este hombre que tenía más de sesenta y cinco años, que era seguidor de Iker Jiménez en Cuarto Milenio, le habían hablado de ese pueblo lleno de acantilados de Galicia, donde las meigas parecían estar presentes, este hombre con su esposa y un nieto, que veraneaban en Puentedeume, se decidieron aquella mañana llegar a tan raro lugar, San Andrés de Teixeiro, y salieron hacia ese pueblo de la costa del Cantábrico, sobre las doce de la mañana, su automóvil un Škoda Octavia, subía y pasaba curvas con facilidad, más una tormenta se avecinaba antes de empezar a subir esas rampas delicadas, con carretera estrecha y eucaliptos en todas partes, más la tormenta parecía ir creciendo, y antes de llegar a su cima, los rayos y truenos dominaban el ambiente, empezó cayendo gotas gordas de lluvia, que sin tardar mucho se convirtió en pedrisco, que golpeaba el techo del automóvil, donde el parabris llegó a estar lleno de granizo, el hombre llegó a parar el coche debajo de un árbol en plena carretera de subida, y espero cierto tiempo a que pasara dicha tormenta. En ese tiempo de parada, comentaba a su esposa y nieto que este viaje llevaba tiempo preparándole, y que presentía que las meigas le pondrían impedimento, que hasta ese momento no lo había notado, más el viaje le reanudo, y una vez en su cima empezó a bajar hasta el aparcamiento municipal gratuito, y repleto de automóviles, desde donde podía ver esa barrera de nubes que avanzaban por el mar, solo bajaron hasta donde están los acantilados señalizados, y visitar su iglesia en ladera, con sus pocas calles, más llenas de tiendas de venta de todo tipo, incluso recuerdos de esa Galicia de sombras y misterios, Pudieron comer en un restaurante del Centro de dicha localidad, el ambiente era de trato amable y buena atención, más todas las personas que allí estaban querían comer cosas típicas de esa tierra gallega de sus costas y rías, como parece que así fue, al caer la tarde el hombre su esposa y nieto decidieron marchar hasta Cariño, pueblo conservero y marinero, que les resulto bastante agradable. El camino de vuelta a Puentedeume, fue de amenaza constante de esa tormenta que parecía haber cogido agua en aquel lugar de Galicia, donde según las meigas dicen. “Que quien no va en su vida, volverá de muerto”. Todo aquel entorno les pareció maravilloso, siendo sus acantilados unos lugares privilegiados para ver cómo se forman las nubes y tormentas. Y miradores para admirar sus acantilados que según escucharon allí mismo, son los más grandes de Europa. Aquel viaje resulto ser bueno, incluso con una tormenta horrorosa, de las que dejan recuerdos.
G X Cantalapiedra. 31 – 8 – 2024.