ENTRE LAS RIAS DE BETANZOS Y DE UME
En este paisaje de verdes arboledas, se nota la frescura y su temperatura es suave y placentera. Pisar Puentedeume sin prisa por sus enormes laderas, y ver al fondo esa Ría que siempre fue marinera. Perves se queda tranquila sin ver que nada la altera, sobre sus curvas se enfila un caminar sin frontera. Verdes caminos y pazos, verdes que son sus laderas, en esta tierra de lazos sueñan que son primaveras. Galicia tiene rincones cargados de sus tinieblas, donde se ven las razones de sus lluvias entre nieblas. Caminar sin grandes prisas, no querer trazar fronteras, y ver mañanas con brisas que pudieran dar quimeras. La mañana va llegando envuelta en grandes suspiros, dicen que llegó gritando sin comentar si hubo tiros. Caminos de penitentes, sombras de tiempos perdidos, entre gestos inocentes se ven senderos sin ruidos. El mar los mira de lejos con vientos que pegan giros, esta tierra sin complejos pudiera lanzar suspiros. El Cantábrico bravío deja sus huellas al viento, y nunca sufrió el hastió de hablarnos de sufrimiento. Entre voces desgarradas y el viento que corre fino, las tardes que son mojadas no quieren ver adivino. Barcos que están amarrados, entre sueños permitidos, los vientos vienen silbando sin verse comprometidos. Desde Miño a Puentedeume las rías marcan veredas, todo el paisaje lo asume mientras las lluvias se enredan. Esta Galicia preciosa que se siente marinera, la tarde nunca es celosa, aunque sea larga la espera. G X Cantalapiedra.
En este paisaje de verdes arboledas, se nota la frescura y su temperatura es suave y placentera. Pisar Puentedeume sin prisa por sus enormes laderas, y ver al fondo esa Ría que siempre fue marinera. Perves se queda tranquila sin ver que nada la altera, sobre sus curvas se enfila un caminar sin frontera. Verdes caminos y pazos, verdes que son sus laderas, en esta tierra de lazos sueñan que son primaveras. Galicia tiene rincones cargados de sus tinieblas, donde se ven las razones de sus lluvias entre nieblas. Caminar sin grandes prisas, no querer trazar fronteras, y ver mañanas con brisas que pudieran dar quimeras. La mañana va llegando envuelta en grandes suspiros, dicen que llegó gritando sin comentar si hubo tiros. Caminos de penitentes, sombras de tiempos perdidos, entre gestos inocentes se ven senderos sin ruidos. El mar los mira de lejos con vientos que pegan giros, esta tierra sin complejos pudiera lanzar suspiros. El Cantábrico bravío deja sus huellas al viento, y nunca sufrió el hastió de hablarnos de sufrimiento. Entre voces desgarradas y el viento que corre fino, las tardes que son mojadas no quieren ver adivino. Barcos que están amarrados, entre sueños permitidos, los vientos vienen silbando sin verse comprometidos. Desde Miño a Puentedeume las rías marcan veredas, todo el paisaje lo asume mientras las lluvias se enredan. Esta Galicia preciosa que se siente marinera, la tarde nunca es celosa, aunque sea larga la espera. G X Cantalapiedra.