NOCHES LLUVIOSAS EN GALICIA
Hay noches que solo la lluvia te acompaña, por los diferentes caminos gallegos, son esas noches donde la lluvia repiquetea, y se siente la humedad meterse en el cuerpo, desde la cama se está escuchando la lluvia, que poco a poco va calando y corriendo por esos riachuelos, que caminan hacia el mar o las rías, Galicia tiene esa forma de ver llover que a los que pisamos en su terreno nos llama la atención, Si circulas en un automóvil notas que los limpiaparabrisas no dejan de moverse, y el salpiqueo del agua es bastante grande, la verdad es que hay arroyos y regatos por todas las laderas, y es difícil que los charcos estén ocupando las carreteras, o autovías incluso las de peaje, Pasear bajo la lluvia con 22, grados es una suerte, incluso más si el viento no corre disparado, sientes esa calma de un paisaje que parece trazado para ver llover, incluso más de quince días seguidos, aunque no siempre este lloviendo, “Galicia de lluvia y calma”, que buen poema dejó escrito Miguel Hernández, en Vientos del pueblo, como es posible que en tan poco tiempo de vida pudiera conocer esa tierra de verdes laderas y gigantes eucaliptos, Se ve que alguien le debió de informar a tope, Llevo muchos años visitando Galicia, más siempre encuentro algo diferente que me deja entusiasmado, y este verano no fue pequeño, ya que vi desde los acantilados de San Andrés de Teixido, como se preparan las tormentas de lluvia, que caen horas más tarde, quizá lejos del Mar Cantábrico, al prepararse esa borrasca mar adentro, parecía una muralla que impedía su paso incluso a los barcos grandes, Estas maniobras de La Madre Naturaleza, te impresionan, por lo menos a mí que nunca vi nada parecido, G X Cantalapiedra.
Hay noches que solo la lluvia te acompaña, por los diferentes caminos gallegos, son esas noches donde la lluvia repiquetea, y se siente la humedad meterse en el cuerpo, desde la cama se está escuchando la lluvia, que poco a poco va calando y corriendo por esos riachuelos, que caminan hacia el mar o las rías, Galicia tiene esa forma de ver llover que a los que pisamos en su terreno nos llama la atención, Si circulas en un automóvil notas que los limpiaparabrisas no dejan de moverse, y el salpiqueo del agua es bastante grande, la verdad es que hay arroyos y regatos por todas las laderas, y es difícil que los charcos estén ocupando las carreteras, o autovías incluso las de peaje, Pasear bajo la lluvia con 22, grados es una suerte, incluso más si el viento no corre disparado, sientes esa calma de un paisaje que parece trazado para ver llover, incluso más de quince días seguidos, aunque no siempre este lloviendo, “Galicia de lluvia y calma”, que buen poema dejó escrito Miguel Hernández, en Vientos del pueblo, como es posible que en tan poco tiempo de vida pudiera conocer esa tierra de verdes laderas y gigantes eucaliptos, Se ve que alguien le debió de informar a tope, Llevo muchos años visitando Galicia, más siempre encuentro algo diferente que me deja entusiasmado, y este verano no fue pequeño, ya que vi desde los acantilados de San Andrés de Teixido, como se preparan las tormentas de lluvia, que caen horas más tarde, quizá lejos del Mar Cantábrico, al prepararse esa borrasca mar adentro, parecía una muralla que impedía su paso incluso a los barcos grandes, Estas maniobras de La Madre Naturaleza, te impresionan, por lo menos a mí que nunca vi nada parecido, G X Cantalapiedra.