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CUANDO LOS VIENTOS GALLEGOS FANATICOS MARCABAN
Corrían los años de 1940, en la Profunda Galicia, eran tiempos difíciles, la guerra española y luego de la guerra mundial, hicieron que en aquella tierra surgiera la emigración clandestina, algunos hombres y mujeres de Galicia, sin pensarlo demasiado, al no tener las ideas de aquel régimen autoritario, de su paisano el general Franco, intentaron y lograron la mayoría de las veces, iniciar el camino de su emigración casi forzosa, trataban de encontrar sitio en algún barco mercante, que su itinerario fuera hacia la América de habla española, o también lugares donde pudieran contactar con otros barcos, que se dirigieran hasta allí, el caso era salir de los puertos gallegos como fuera, ya que muchos tenían familia asentada en territorio de esos países de habla española, Fue un interminable goteo de personas, que sufriendo y padeciendo, salieron de España, muchas veces en las bodegas de dichos barcos. Esas personas a las que muchos paisanos suyos admiraron, tuvieron diferentes éxitos en su trayectoria. Hubo otros humanos, que eligieron el camino de Portugal, donde su frontera para ellos era muy fácil cruzarla, al ser de la región que limita con esa tierra hermana. Algunos años después en tiempo de democracia, muchos de ellos volvieron a España, para poder explicar su vida e historia, aunque fueron muy pocos los que decidieron quedarse, ya que sus raíces habían desaparecido, y su entorno no era ni parecido al que dejaron en aquellos años de racionamiento, además de tener la mayoría su familia asentada en tierras de América. Hoy en día existen muchos apellidos gallegos, por todo ese continente, donde se fueron asentando y trazando su nueva vida. Tuve la suerte de poder dialogar con un hombre de aquellos, hace unos 30, años, y sus explicaciones eran rotundas, “No teníamos nada que perder en nuestra tierra gallega, y el futuro lo veíamos negro y problemático, solo la emigración nos hacía libres y personas para poder decidir nuestro futuro”, en el país que le acogió, pudo empezar una vida de trabajo y bienestar, y según él tener una familia digna para poder ser feliz, sus ojos le brillaban. Acababa de venir de la ciudad de Toledo, jamás había estado en dicho lugar, y me comento, como en aquellos siglos pasados se pudieron entender y respetar las tres culturas, y ahora no podemos vivir ni un minuto juntos, su reflexión sobre lo poco que hemos avanzado, sobre todo las religiones fanáticas, y la forma de vivirlas hacen un mundo imposible de ser vecinos y amigos. Aquel hombre con sus setenta años entonces, ahora hace treinta, no sé si seguirá vivo, en el país sudamericano en donde llego a triunfar como empresario, pero su historia era de novela de emigración forzosa y casi obligada, pero con el deseo de ser algo en su vida, que entonces en su Galicia del alma, era según me contó él imposible. Son muchas las personas que tomaron ese camino, muchos los seres humanos que iniciaron un viaje sin retorno, algunos de ellos solo pudieron contar a sus descendientes, lo bello de esa tierra con sus rías y pazos, y sus laderas verdes adornando todas las carreteras, los seres humanos a veces se vuelven fieras, y no saben razonar en algunas circunstancias, teniendo que tratar de no recibir sus daños, los muchos vecinos y antes incluso amigos de ellos, para poder caminar siendo libres en todo, sobre su vida y su libertad como personas racionales, así y todo, Galicia sigue siendo su tierra de nacimiento y de su amor para siempre, llevándola en su memoria hasta el día de su muerte.
G X Cantalapiedra,