LA TARDE DEL 17, DE AGOSTO DEL 2024.
La tarde del diecisiete de agosto de 2024, Estuve en San Andrés de Teixeiro, parecía un día normal del verano, los turistas se agolpaban sobre este pequeña aldea gallega, donde parece ser que los misterios se reproducen, La temperatura era un poco calurosa para estar en las costas gallegas, y sobre las seis de la tarde notamos algo raro en el horizonte del Mar Cantábrico, salimos de aquel bello lugar, camino de Ortigueira, y paramos muy cerca en un mirador fabuloso con mucha altura sobre el nivel del mar, Entonces entendí como se forman las nubes tormentosas, en pleno mar adentro, Había muchas personas que en aquel mirador notaban esa forma extraordinaria de ver nacer las tormentas, después de estar allí mirando como media hora, y sin dejar de ver que aquellas nubes aumentaban de volumen, decidimos marchar hasta la playa de Ortigueira, donde seguíamos viendo aquel montón de nubes amenazando con lluvia, Tardo como unas tres horas y media, para que llegará la lluvia, y aunque no fue muy fuerte no dejo de lloviznar en varias horas, Estuvimos en El Chiringuito de Abrela, Viveiro con la lluvia sin dejar de caer, más aquel fenómeno de la Naturaleza nos dejó sus huellas, ya que las nubes parecían venir detrás de nosotros, y entendí como la atmosfera tiene sus caprichos que pueden ser muchas veces calamidades humanas. No sé si la Dana que tantos desastres ha dejado en Levante, Albacete y Cataluña, se habrá formado igual, más impone respeto el poder ver esas nubes creciendo sobre las olas del mar, He visitado muchas costas en España, Portugal y Francia, pero jamás pude ver el fenómeno natural tan enorme, Incluso pasé cinco meses de la pandemia en una torre de Calpe, muy en alto, con vistas al Peñón de Ifach, más no pude ver nada parecido, Se ve que esa aldea misteriosa de Galicia tiene hasta el mar que la ayuda a ser diferente. No me extraña que se amontonen allí los coches, y que sus calles estrechas sean un lugar muy transitado por personas, el solo espectáculo que pude ver en el horizonte marino mereció la pena. G X Cantalapiedra.
La tarde del diecisiete de agosto de 2024, Estuve en San Andrés de Teixeiro, parecía un día normal del verano, los turistas se agolpaban sobre este pequeña aldea gallega, donde parece ser que los misterios se reproducen, La temperatura era un poco calurosa para estar en las costas gallegas, y sobre las seis de la tarde notamos algo raro en el horizonte del Mar Cantábrico, salimos de aquel bello lugar, camino de Ortigueira, y paramos muy cerca en un mirador fabuloso con mucha altura sobre el nivel del mar, Entonces entendí como se forman las nubes tormentosas, en pleno mar adentro, Había muchas personas que en aquel mirador notaban esa forma extraordinaria de ver nacer las tormentas, después de estar allí mirando como media hora, y sin dejar de ver que aquellas nubes aumentaban de volumen, decidimos marchar hasta la playa de Ortigueira, donde seguíamos viendo aquel montón de nubes amenazando con lluvia, Tardo como unas tres horas y media, para que llegará la lluvia, y aunque no fue muy fuerte no dejo de lloviznar en varias horas, Estuvimos en El Chiringuito de Abrela, Viveiro con la lluvia sin dejar de caer, más aquel fenómeno de la Naturaleza nos dejó sus huellas, ya que las nubes parecían venir detrás de nosotros, y entendí como la atmosfera tiene sus caprichos que pueden ser muchas veces calamidades humanas. No sé si la Dana que tantos desastres ha dejado en Levante, Albacete y Cataluña, se habrá formado igual, más impone respeto el poder ver esas nubes creciendo sobre las olas del mar, He visitado muchas costas en España, Portugal y Francia, pero jamás pude ver el fenómeno natural tan enorme, Incluso pasé cinco meses de la pandemia en una torre de Calpe, muy en alto, con vistas al Peñón de Ifach, más no pude ver nada parecido, Se ve que esa aldea misteriosa de Galicia tiene hasta el mar que la ayuda a ser diferente. No me extraña que se amontonen allí los coches, y que sus calles estrechas sean un lugar muy transitado por personas, el solo espectáculo que pude ver en el horizonte marino mereció la pena. G X Cantalapiedra.