La culminación del barroco llegó a Santiago en siglo XVIII cuando se terminó la magnífica
fachada del Obradoiro.
Los 74 metros de altura de las
torres se alcanzaron en 1747, con el arquitecto Fernando
Casas y Novoa, siguiendo las obras iniciadas en 1670 por Peña de
Toro y continuadas por Domingo de Andrade. La
Torre de las
Campanas, a la derecha, y la Torre de la Carraca, a la izquierda, confieren a la fachada un fuerte efecto vertical de ascensión a los
cielos.