Aunque la estructura
medieval se ha mantenido, a lo largo de los siglos la
Catedral ha ido variando con la construcción del
Claustro y los espacios anejos en el Renacimiento y, sobre todo en el Barroco, cuando se realizan obras como la
capilla mayor, los
órganos, el cierre de la cabecera o la
fachada del Obradoiro entre otras. Durante el Neoclasicismo se realiza la nueva fachada de la Azabachería. Su singularidad radica en poseer la tumba del Apóstol Santiago, por lo que la convierte a partir del siglo IX en uno de los más importantes
santuarios de toda la cristiandad. Su interior se divide en tres naves dispuestas alrededor de una planta de
cruz latina. Estas tienen una gran longitud de aproximadamente veinte metros y alcanza incluso los treinta y dos en el tramo abierto a la
cúpula. Por lo tanto, no es casual que este sea el templo
románico más grande de toda
España.