La
Casa del Cabildo o Casa de la Estrella (en gallego: Casa do Cabido), construida en el siglo xviii en la
Plaza de Platerías en
Santiago de Compostela (
Galicia,
España), es una pieza única dentro de la trama urbana compostelana y se considera una de las más importantes y conocidas intervenciones de escenografía barroca gallega.
Historia
El arquitecto Clemente Fernández Sarela
La edificación nace como respuesta urbana del Cabildo Catedralicio para conformar el espacio de la Plaza de Praterías. Se trata, junto con la
fachada del Obradoiro, de la más importante y conocida intervención de escenografía barroca urbana de cuantas se realizaron en la ciudad de Santiago de Compostela.
La construcción se lleva a cabo entre los años 1754 y 1758 a cargo de uno de los principales maestros arquitectos del barroco compostelano, Clemente Fernández Sarela, discípulo de Fernando de
Casas Novoa, el arquitecto de la fachada de la
Catedral hacia la Plaza del Obradoiro. Fernando de Casas Novoa estaba llamado a ser también el arquitecto de la Casa del Cabildo pero fallece en 1750 y es Sarela, aparejador hasta la fecha en múltiples obras de la Catedral, quien asume la dirección de los trabajos. Clemente Fernández Sarela se había ocupado anteriormente de la edificación y restauración de varias viviendas que el Cabildo poseía en Santiago, así como del Pazo de Bendaña (1750) y la Casa del Deán (1752), ambos rehabilitados recientemente por el Consorcio de Santiago (si desea saber más a cerca de la Casa del Deán puede consultar la publicación que el Consorcio de Santiago dedica al pazo dentro de su colección de "Cuadernos Técnicos"). Sin embargo su obra más destacada será la Casa del Cabildo. Prueba quizás de la satisfacción que causó la obra finalizada es el hecho de que el "aparejador" Clemente Fernández Sarela se convierte en "arquitecto" y como tal firma en la inscripción que puede leerse en fachada "AN. DOMN., 1758. ARCHITECTO SARELA".
Configuración del solar original
El solar de la Casa del Cabildo estaba ocupado originalmente por tres viviendas que se abrían a la Plaza de Praterías. Dos de estas viviendas avanzaban más allá de la fachada actual, dificultando según escritos de la época el giro de los
carros cargados de materiales de construcción que venían desde la rúa del Vilar y cruzaban la Plaza de Praterías el
Hospital Real (
Hostal de los Reyes Católicos), los
Colegios de Fonseca y
San Gerónimo, que por aquel entonces se encontraban en obras. Esta circunstancia, sumada a la intención de dotar de mayor espacio y belleza a la Plaza de Praterías, lleva al Cabildo a adquirir dos de las tres viviendas, que serán demolidas, mientras que la tercera, en la
esquina con la rúa Raíña, mantiene su independencia. Esta circunstancia de partida y la capacidad del arquitecto Sarela para resolver de manera unitaria la fachada barroca envolviendo las tres viviendas son las claves para entender el proyecto.
En la Casa del Cabildo se está ante una operación de búsqueda de prestigio que una institución con enorme poder en la ciudad lleva a cabo «para desaogo y hermosura de las Platerías». Solo así es posible entender un
edificio de las características de la Casa del Cabildo, donde de la tríada clásica "firmitas, utilitas y venustas", la utilitas casi desaparece. La Casa del Cabildo es una tela escénica, un fondo barroco para la Plaza de Praterías. En este sentido el planteamiento de Sarela no dista mucho del concepto de "edificio-anuncio" que el arquitecto estadounidense Robert Venturi desarrollará 200 años después. Ambos coinciden a la hora de formular un tipo de
arquitectura en que la fachada es un hecho autónomo del contenido funcional. La fachada del Cabildo se tira a cordel siguiendo la línea de la rúa Fonseca, sin importar en absoluto que el fondo interior del nuevo inmueble se reduzca a 2,70 m haciendo imposible cualquier distribución funcional de vivienda. Con la finalidad de otorgarle el mayor espacio a la plaza, se configura una solución de fachada con un desarrollo muy plano de molduras y marcos lo que le confiere un aspecto de bidimensionalidad a la fachada hasta llegar a la cornisa a partir de la cual se despliega todo el alarde escultórico de la época. Se está ante el característico barroco de
placas gallego, que dibuja con difuminados trazos de
sombra toda suerte de motivos sobre un lienzo de
piedra. La orientación norte de la fachada hace que la luz que baña la fachada sea siempre difusa y salvo a primera hora de la mañana, la percepción de la Casa del Cabildo es la de un decorado pintado, lo que remite de nuevo al fondo escénico, a la escenografía urbana, al
juego barroco, al "edificio-anuncio".
Configuración del nuevo edificio
Interior de la Casa del Cabildo después de su rehabilitación en 2011
¿Dónde queda pues la utilitas? ¿Cómo sería la vida en las dos viviendas de la Casa del Cabildo? Debido al poco espacio disponible se habilitan dos viviendas de dos plantas comunicadas por las
escaleras centrales que de este modo son compartidas en la vida cotidiana de las dos
familias. En la planta primera, sobre las
bóvedas de piedra, se sitúan las cocinas, con sus solados cerámicos para evitar incendios, y con sus
chimeneas que se desarrollan por el interior de los muros que delimitan la caja de escaleras, mientras que a planta segunda se llevan los dormitorios, separados de la cubierta por el bajocubierta no habitable (en gallego: fallado) En el bajo se crean cuatro
tiendas que la propiedad arrienda a los plateros de la ciudad, lo que le reporta grandes beneficios, dado que desde 1418 la conocida como Plaza dos Ourives es el único espacio donde está permitido a los orfebres y plateros trabajar y vender sus productos.