A partir del IV milenio antes de
Cristo, se extiende a lo largo de todo el occidente europeo, un fenómeno cultural, que se caracteriza principalmente por la construcción de un tipo de enterramiento particular, el túmulo. Estos tienen la forma aproximada de un casquete esférico, aunque en ocasiones su planta no es exactamente circular sino ligeramente elíptica. Están compuestos por una estructura tumular que puede ser sólo de tierra, de
piedras, o de tierra y piedras, en ocasiones delimitada en la base por un anillo peristatílico pétreo que la recorre a modo de zócalo. Con frecuencia el túmulo se encuentra cubierto por una coraza de
placas de
piedra bien encajadas entre sí.
Un elevado número de túmulos alberga estructuras megalíticas de variada tipología, dólmenes.
Si bien conocemos donde enterraban a los muertos, poco sabemos de dónde y cómo se desarrollaba su vida. Posiblemente eran grupos que ocupaban el territorio de forma dispersa, con hábitats no fijos, levantados con materiales perecederos en consonancia con una vida semi nómada, de ocupación de todo tipo de
paisajes.
De echo, la configuración del
paisaje rural gallego podría haberse iniciado en estos momentos, a través de la utilización en el
monte del sistema de rozas con tecnología de azada, para el cultivo de cereal de
invierno, y uso de la
ganadería extensiva y pequeños
huertos en zonas bajas. El uso sistemático del cultivo de rozas, pudo constituir el punto de partida del proceso histórico de la reducción del bosque en
Galicia, la roza habría provocado pequeños procesos erosivos, y la formación de brañas.
El túmulo no es únicamente el lugar donde enterrar al difunto, desempeña una función ritual, simbólica. Delimita el espacio funerario, marca y humaniza el paisaje. Están concebidos para durar, permanecer en el tiempo y en el espacio1, hay una búsqueda de la monumentalidad. Constituye la primera
arquitectura monumental de Galicia, es "una construcción arquitectónica original concreta”.
Las necrópolis tumulares ocupan de un modo continuo todo el territorio "las construían donde las construían, y esto era más o menos donde les daba la gana"(VAQUERO, J 1995), por lo general en lugares del paisaje donde eran visibles desde cierta distancia, acentuándose por ser construcciones que ofrecen una discontinuidad en el paisaje. Aunque en su emplazamiento se pueden observar, según Vaquero, dos constantes "pensadas", la linealidad en la disposición y una dirección determinada, que se concretizan en la mayoría de las ocasiones en los límites entre formas cóncavas y convexas del relieve -cordales, depresiones,
valles,-.
Para el profesor Vázquez Varela "los constructores de túmulos son los primeros en modificar de un modo importante y permanente un paisaje, sus poblados, sus lugares de pastoreo y
campos de cultivo, junto con una importante red de
caminos vinculada con los intercambios entre las diferentes comunidades, marcan claramente la huella específica de lo humano, la cultura frente a la
naturaleza, a la que someten con mayor fuerza que las poblaciones anteriores"(VÁZQUEZ VARELA 1994). La dispersión de las necrópolis va a transformar el paisaje gallego, lo humaniza por primera vez a gran escala, y marca el poblamiento de la región hasta la actualidad.
En
Valdoviño se localizan en la actualidad diez túmulos que pueden ser adscribibles a este momento cultural2. Por lo general tanto sus características tipológicas, distribución, y emplazamiento siguen las pautas que hemos apuntado en párrafos anteriores; son construcciones monumentales, construidas para ser vistas y permanecer en el tiempo, únicamente en A Pena da Moura (31), hemos podido constatar la presencia de una cámara megalítica, que en palabras de D. Federico Maciñeira es "la mayor pieza dolménica con que tropecé en el país" (F. Maciñeira, 1943).
Se encuentran distribuidos por diferentes paisajes a lo largo del territorio, desde zonas de
valle, a chairas en los cordales, y hasta fuertes pendientes, todos lugares donde son fácilmente visibles desde puntos concretos. También es posible distinguir las dos constantes en su emplazamiento que señala Vaquero, la linealidad y la aparente dirección determinada. Si tomamos como referencia un
camino antiguo, en concreto el camino de
San Andrés3 observamos como las mámoas jalonan el mismo, con una aparente linealidad y dirección determinada que podría marcar, en este caso, el camino hacia algún destino de carácter religioso, la zona de San Andrés de Teixido ó incluso el Cabo Ortegal. 4.
La edad antigua en Galicia se identifica por la presencia de una cultura que tiene como hábitat característico el castro, y que se desarrolla desde la edad del hierro sobre un fuerte substrato indígena de la etapa final del Bronce, con la conjunción de rasgos propios con influencias exteriores, centro europeas, atlánticas, e incluso mediterráneas.
El castro es un recinto fortificado que ocupa todas las variedades ecológicas disponibles y adecuadas para un asentamiento humano. Podemos considerar el hábitat castreño como concentrado, y se reparte en función de las características topográficas, estratégicas, y sobre todo económicas del entorno, en la búsqueda de la proximidad a los recursos naturales con una potencialidad agropecuaria, pesquera y minera de excelentes condiciones para el desarrollo de la población.
El poblamiento castreño posee un fuerte carácter campesino, aunque con fuerte
tradición guerrera, y ofrece una profunda humanización y aculturación del espacio natural. Se sitúan, preferentemente, en zonas del denominado paisaje cóncavo, en torno a los valles, ubicados en lugares destacados sobre el entorno, donde a través de obras artificiales adaptadas a la topografía, las defensas, se resalta su visibilización, y su presencia en un territorio Los castros constituyen asentamientos fortificados construidos para perdurar en un espacio proyectado por sus habitantes, el territorio. Territorio que puede ser concebido como algo que es posible organizar desde el punto de vista religioso y no meramente geográfico.
Se aprecia una búsqueda de las tierras de mejor calidad, donde poder aplicar una
agricultura de carácter intensivo. Disponen los asentamientos a media altura, transición entre el monte y el valle, los dos espacios donde se produce un desarrollo agrícola importante, gracias a las mejoras de las condiciones técnicas, como el uso del arado, la tracción animal, el abono, las obras de acondicionamiento del terreno, surcos,
terrazas, agras, y la combinación de las especies de cultivo.
En el mundo castreño se empiezan a diferenciar claramente, aunque perfectamente complementados, los dos espacios de cultivo que marcarán la Galicia rural hasta la actualidad; el saltus, el monte, donde a través del sistema de rozas se cultiva el cereal, y se preparan los terrenos para el pasto del
ganado. Y el ager, zonas bajas de valle, acondicionadas con terrazas ó agras, en pequeños huertos, de cereales y
hortalizas. La ganadería, la recolección, la
pesca, el marisqueo, la
caza, la minería o el
comercio constituyen actividades complementarias que, dependiendo de la zona, adquieren una mayor trascendencia dentro de la economía castreña.
El modelo más válido para interpretar su organización social y simbólica es el que nos ofrece el mundo céltico La cultura castreña se encontraba dividida en unidades de carácter territorial, los populi, conjunto de castros que se ubicaban en un territorio, integrados en una tribu. Los castros ubicados en la actualidad en el término de Valdoviño, formaban parte de un populus integrado en la tribu de los Ártabros, quienes tenían una identidad política propia, y un marco territorial, que se conoce como Terra de Trasancos.
En el
ayuntamiento de Valdoviño, dentro de la Terra de Trasancos, se localiza la presencia de veinte yacimientos castreños, ubicados a lo largo de todo el territorio municipal. Geográficamente se distinguen dos zonas; una superficie de aplanamiento al Oeste, donde los asentamientos buscan la proximidad a las zonas bajas, de cultivo, por lo que hay una mayor concentración del hábitat, y una zona de relieve más accidentado al Este, donde el hábitat castreño es más disperso, ocupando las escasas zonas de valle, centradas principalmente en la costa.
En la mayoría, si exceptuamos los costeros y los de carácter eminentemente estratégico se observa un desarrollo de sus estructuras hacia las tierras fértiles de las cuencas próximas, bien a través de la presencia de antecastros, o por el desarrollo combinado de varios sistemas defensivos y amplios aterrazamientos que parten del recinto principal.
La morfología de la costa va a ser en buena parte responsable del número de asentamientos que en esta se sitúan y de su tipología. La importancia de estos asentamientos radica, posiblemente, en que cumplan una doble función; estratégica-defensiva, y comercial, aunque tampoco podemos olvidar su capacidad para captar recursos marítimos (marisqueo y pesca). La costa de Valdoviño podemos dividirla en tres zonas por la presencia de tres amplias
playas (Frouxeira,
Pantín y
Vilarrube) que sirven de salida a tres espacios diferentes. Estos espacios condicionan la ubicación de una serie de yacimientos a su alrededor, conformando unos "territorios" concretos, orientados hacia el
mar, nexo de unión entre ellos. La topografía determina el asentamiento, y se aprecia una mayor densidad de castros en las zonas amplias, abiertas y de relieve suave, frente a la otra más accidentada (Vilarrube), y que posiblemente se encuentre condicionada por un carácter estratégico-defensivo de salida al mar de una ruta comercial. 5.
Todo territorio tiene un límite espacial que por lo general estaba marcado por una serie de accidente naturales (bosques, zonas rocosas,
lagos), o bien por los terrenos incultos. Estas "fronteras", tierra de nadie, son las zonas adecuadas para desarrollar las relaciones intergrupales, asambleas, celebraciones festivas ó
mercados, son los fora, "instituciones socio-religiosas, que parten de los indoeuropeos de la Edad del Bronce, y sufriendo evolución e influencias, y respetada o tolerada por los
romanos, tuvo vigencia en la romanidad tardía, y aún se pueden detectar sus vestigios fuertemente cristianizados, bajo el aplastante poder de la
Iglesia Medieval”.
En estos "posibles
santuarios prerromanos", se destacaba la presencia de un
altar rupestre, gran piedra que era el eje de la asamblea estacional, del Oenac[h]. ¿Podemos estar en O
Foro, ante un altar?, ¿lugar sagrado y de
reunión social de los habitantes de Valdoviño en estos momentos de la
historia antigua?, es probable, pero sería necesario acometer una intervención arqueológica para poder contrastar esta hipótesis.
La presencia de importantes reservas metalíferas en el N de Galicia, donde se encuentra un yacimiento primario de oro que ocupa una franja de terreno que Sánchez
Palencia denomina Valdoviño-Aranga, condicionará una parte de su historia. Desde época campaniforme y del Bronce Antiguo Peninsular se desarrolla una importante vocación minera, con una tecnología propia de extracción de estaño y oro. La existencia de estas
minas provocó una fuerte atracción en los navegantes atlánticos y sobre todo mediterráneos, quienes ya no abandonarían estas rutas hasta la conquista
romana, así Strabón (III-14) menciona como Posidonios señala en sus escritos que "dentro del territorio de los Ártabros, existían y se beneficiaban de abundantes minas de plata, estaño, y ganga de oro argentífero".
El interés por los recursos metalíferos supone la integración de Galicia en el circuito de cambio de Roma. Estos primeros contactos, hasta el inicio de la conquista romana (II A.C.), supone un estímulo fundamental para el desarrollo de la sociedad indígena castreña. Estos navegantes tienen la necesidad de establecerse en tierra firme; ya sea de forma temporal o permanente, por lo que buscan puntos de contacto estables en la costa donde; poder fondear ó varar sin dañar sus navíos, asentamientos con buenas defensas y accesos al interior para facilitar los intercambios y el abastecimiento.
La presencia en la zona del Pereiro de una explotación minera facilitaría la ubicación de varios castros en la zona, O Pereiro serviría de base y campamento de la explotación, Frouxeira y O Vico, podrían constituir el lugar de embarque del material.
Lo que si parece seguro es que el castro das Ferreirias, en el que se localizó material
romano y que presenta un único nivel de ocupación hacia el cambio de era, representaría la salida al mar de los productos mineros de la zona de La Barquera y Labacengos, que llegarían a través de la ruta del curso del
río Forcadas, camino jalonado por un sistema defensivo compuesto por los castros de Vidueiros, Lousada, Vilarrube, Frádigas, y el propio Ferreirias6, con una gran defensa y amplias terrazas que discurren hasta la orilla, en forma de embarcadero.
La romanización del NO fue eminentemente rural, basada en la explotación de los recursos naturales; se introduce un nuevo sistema y técnicas agrarias, se cultivan especies nuevas, se incrementa la producción, el uso de
molinos circulares como el localizado en Pazos, herramientas de hierro, etc.
La ocupación del territorio va unida a nuevas formas de distribución de la población en diversos tipos asentamientos7:
* En época Augustea y Julio-Claudia, se ocupan los denominados Castros-agrícolas. Son los mismos asentamientos que se continúan utilizando pero sometiéndolos a una ampliación, o bien asentamientos nuevos ubicados en las zonas de potencialidad agrícola. En ellos se localizan estructuras de estilo romano. Poulo, donde se localizaron monedas desde el siglo I (D.C.), Tiberio ó Claudio, hasta el IV, puede haber sido un asentamiento que ha perdurado mucho tiempo. E Castro de Crecente, donde, según la prospección superficial, se ha producido una ampliación del recinto, sería otro ejemplo de este momento.
* Desde mediados del siglo I al III (D.C.) Se desarrolla una etapa de asimilación y transformaciones en el poblamiento. Se crean ciudades y nuevos núcleos rurales, los vici, que ejemplifican el sistema romano de ocupación del territorio, hábitats concentrados en poblados abiertos. La historiografía clásica señala la presencia en el Golfo Ártabro de dos ciudades Libunca y Adobrica, que serían los núcleos de población de más importancia en este espacio.
Saralegui apunta la posibilidad de que la ciudad de Adóbrica se situase en Valdoviño, al final de la amplia llanura del valle de Trasancos, relacionando la aparición de gran cantidad de material arqueológico romano en la zona de Poulo, y con las explotaciones mineras de esta área. Souto Vizoso señala la aparición de numeroso material romano en la misma zona; monedas, ladrillos, sartegos,
cerámicas, tégulas, torques de oro y plata, etc, y apunta "esta barriada, incluído Poulo, ha sido un vicus, un burgo o una villa rural y agrícola de la época romana, con su pazo correspondiente, su mámoa o medoña y su castro...".Si bien con distorsiones crono-culturales, apunta, ante la concentración de hallazgos, la posibilidad de estar ante un yacimiento de cierta entidad que, a partir del asentamiento fortificado ha crecido a lo largo de la ladera.
* Los siglos III y IV marcan el desarrollo del tipo de hábitat disperso en el mundo romano, las villae, residencias familiares y/o granjas de explotación agropecuaria. Su situación viene marcada por los condicionantes económicos -capacidad productiva de la tierra y buenas comunicaciones-, y los habitacionales -salubridad, agradabilidad del ambiente, situación a media ladera, y orientación adecuada hacia los puntos de máxima insolación-. Características de emplazamiento que reúne el lugar de O Foro, en
Aviño, donde en 1946 se localizó una
columna y un
capitel romanos, además de otros materiales. La entidad del hallazgo, y el lugar, la proximidad al castro de Aviño, la orientación hacia zonas productivas, nos puede señalar la posibilidad de que encontrarnos ante un yacimiento romano tipo villae.
Según Andrés Pena en la
playa de la Frouxeira se han localizado restos de ánforas, ¿podríamos tener cerca de la playa un pecio?, es una pregunta que no podemos responder.
Para este mismo autor la romanización de Trasancos únicamente afectaría al núcleo aristocrático del territorio, con lo que se continuaría con una agricultura de subsistencia, autárquica. En la actualidad, y a falta de intervenciones sistemáticas que completen el panorama de la Cultura castreña y su evolución tras la ocupación romana, creemos que en la zona de Valdoviño hay un intenso poblamiento condicionado por; su situación en una zona de paso dentro de los circuitos comerciales por el atlántico, por su riqueza minera, su potencialidad agrícola -sobre todo en la zona en la que se extiende la amplia superficie llana al Oeste-, y la capacidad de adaptación de sus necesidades económicas a los condicionantes naturales que le ofrece el medio natural -ya sea a través de la recolección, la pesca, marisqueo, ganadería, etc.-.
En época alto medieval la Terra de Trasancos, vive el intento de recuperación de la productividad de una tierra que se encuentra ocupada por el bosque, donde sus habitantes viven esparcidos en lugares de poca relevancia agrupados en torno a las
iglesias.
En este ambiente se va desarrollando el cristianismo, que "más que una cuestión misional fue una cuestión administrativa" donde la población adapta su tradición a las nuevas creencias, y se adecuó a las clases dominantes. Se erigen los primeros templos, en las cercanías de los núcleos de población, sacralizando lugares anteriormente paganos. Según Souto las iglesias de San Mamed y de
Santa Eulalia, son las primeras construcciones eclesiásticas del ayuntamiento, a las que seguirían otras como las de
Sequeiro, Lourido,
Lago, Timiraus, As Neves, Taraza o Valdetires, todas ellas documentadas a principios del siglo XII.
El 7 de febrero de 1110 San Martín de Jubia pasa a depender de la Diócesis de Santiago, Don Pedro, cura de Valdoviño, se adhiere con los monjes benedictinos, con lo que deja de pertenecer a la sede Britoniense, de la cual dependía hasta la fecha.
En 1122, Trasancos, Labacengos y Arros pasan a pertenecer a la sede Mindoniense, de acuerdo con el arzobispo de Santiago Diego Gelmirez. Será a partir de este siglo cuando Trasancos será considerado arcedianato.
Con la donación efectuada en 1113 por la Condesa doña Mayor, esposa del Conde de Galicia, Pedrol Froilaz, a los monjes de Jubia, de gran parte de los terrenos de los cotos altos de Vixia, Confurco, Pereiro, hasta los límites del Illope, los habitantes de Valdoviño tienen que relacionarse con los monjes negros de San Martín al haberse convertido en colonos del cenobio.
En estos momentos del
medievo crea la villa como la cédula básica de la organización del espacio, y que se define como un pequeño núcleo habitado con sus terrazgos y espacios incultos, la villa se encuentra integrada por un conjunto de casales (
casa y
huerto), siendo el casal la unidad básica de explotación. Loira, Crecente, Sequeiro ó Frádigas, pueden ser ejemplos de núcleos
medievales.
La unidad política básica, al menos hasta el siglo XII, es el Territorio, que es utilizado para ubicar geográficamente el lugar.
Será en el siglo XII cuando se crea una estructura de
parroquias de territorio reducido, y cuando se configura la red de poblamiento rural de Galicia que se mantiene hasta hoy, por lo que "la constitución del mundo rural gallego se remonta con claridad hasta el siglo XII, en el que se produce la adecuación del hábitat tradicional al paisaje cóncavo, donde la unidad topográfica elemental ha sido el valle, foco organizador del poblamiento".
Dos aspectos, uno religioso-simbólico, y otro en clave económico, han tenido mucha influencia durante la época medieval en el desarrollo del territorio de Valdoviño.
El primero, religioso-simbólico, se encuentra fuertemente ligado a la ruta de peregrinación a San Andrés de Teixido. A través de territorio de Valdoviño discurría el camino e peregrinación a Teixido de mayor importancia, ya que por el llegaban los peregrinos procedentes de
Portugal,
Pontevedra,
La Coruña y Ferrol.
La presencia de este camino era fundamental en la vida social y religiosa del momento, a lo largo de la misma se establecían una serie de
ermitas, pequeñas
capillas que además de servir de descanso, o como lugar de
refugio, constituían un importante filón de explotación económica debido a las ofrendas que allí se dejaban. En el año 1181 se produce la donación a los Caballeros Sanjuanistas de Jerusalén de Teixido y Régoa. Este hecho influirá de modo positivo para la zona, donde los monjes se preocupan de crear y/o mantener una serie de infraestructuras necesarias para la correcta "explotación" del lugar de peregrinación. La
Ermita de Nuestra Señora de Liñeiro, o da Fame, en Vilarrube, la Casa de la Bastona en Porto de Cabo -
posada y
albergue para los romeros-8, o el
puente de porto do Cabo9, que se puede fechar en estos primeros siglos de la edad media, pueden ser señalados como los ejemplos más importantes, si bien su influencia se dejó sentir en toda la comarca donde proliferan las
cruces de Malta en las construcciones,
señal inequívoca de su presencia.
Desde el punto de vista económico, las actividades relacionadas con el mar han jugado un papel importante en la historia medieval de Valdoviño. Las explotaciones mineras, principal aliciente económico de la colonización romana, se encontraban muy abandonadas y pasaban por un período de decadencia, debido a la pobreza de las técnicas utilizadas, y a la carencia de mano de obra esclava.
Las amplias playas y pequeñas calas favorecerían la arribada de
barcos tanto de pesca como de comercio. Englobado, Valdoviño, en un contexto histórico, en el que la proyección económica de toda la Galicia Medieval hacia el exterior tiene su base en la pesca, actividad tradicional que se fue perfeccionando y organizando progresivamente, y tuvo un papel clave en el desarrollo de las poblaciones costeras.
El
pescado se había convertido, gracias al cristianismo, en un producto clave para su consumo durante épocas de vigilia, lo que favoreció no sólo su captura sino también el desarrollo de técnicas de conservación, como el salazón o el ahumado, que lo preparaba para su exportación, tanto hacia el interior como a los
puertos mediterráneos. La sardina, la merluza, el congrio, e incluso el aceite de ballena10 son los productos con mayor acogida en el
mercado.
La ubicación geográfica de Valdoviño le posibilitaba el entrar en los circuitos comerciales del momento, desde la Ría de Ferrol se exportaban los productos al Mediterráneo, y desde
Cedeira al Cantábrico y el
País Vasco, además de servir de centro distribuidor del mercado local.
En diversos lugares de la costa, preferentemente algo alejados de los núcleos urbanos, debido a que eran procedimientos sucios y de mal olientes, proliferaban las pesquerías, controladas por nobles, laicos y eclesiásticos. Conocidos desde el siglo X, estos establecimientos proliferaron durante el siglo XII fomentados por la colonización cisterciense. Los monjes blancos inician un proceso de salazón y secado industrial novedoso.
Desde finales del siglo XIII existían en Trasancos tres factorías de despiece de ballena y salazón, en Cariño, Cobas y O porto (Meirás). Las
familias de la comarca, los Mandiá, Lago, Piñeiro, y Andrade, poseían naves que traían el pescado capturado en las costas próximas, como en el Golfo de
Vizcaya, y que era salado y secado en estas factorías para ser enviado a Levante. Posiblemente la factoría do porto continuaría su actividad hasta el siglo XIV, aunque la ensenada do Portiño, excelente
puerto de abrigo, continuó utilizándose hasta la actualidad.
En el aspecto político debemos señalar que la casa de los Traba, administró y gobernó la mayor parte del territorio municipal hasta 1369, pasando a ser la casa de Andrade la que estaba al frente de su gobierno hasta 1733, cuando se incorpora a la Corona de
España.
De época moderna si bien se conservan numerosas noticias históricas, y construcciones civiles de relieve, como pazos e iglesias, que forman parte de nuestro patrimonio arquitectónico11, será en los elementos de los que prácticamente no quedan restos, en los que centremos esta breve
exposición.
La actividad industrial se encuentra documentada por la presencia de numerosos molinos harineros en todos los
ríos, además de un batán, y el establecimiento de Ferreirías en el Río das Forcadas. Desde donde se cargaba madera de tojo para su consumo en la ciudad de La Coruña12.
En diferentes puntos de la comarca, preferentemente lugares altos y prominentes, se encontraban ubicados unos establecimientos
militares dedicados para la vigilancia y el control de la costa, los denominados Fachos. Pequeñas garitas preparadas para albergar un pequeño número de soldados que cumplían esta misión, por medio del envío de
señales visuales, bien con
banderas, o sobre todo luminosas (os fachos). En la actualidad únicamente nos queda el lugar en que se levantaban como Alderete, Montefaro, Coto Agudo, etc.
ya señalamos con anterioridad la posible presencia de un pecio de época romana en
agua de la playa de A Frouxeira. Hay constancia documental de la presencia de algún
barco de época moderna hundido en estas mismas
aguas, durante uno de los combates navales que en esta costa tuvieron lugar entre 1805 y 1808, y en los que participaron de forma activa los cuerpos de guardia de los Fachos de Valdoviño. En uno de estos combates, el que tuvo lugar en abril de 1807 entre los
montes Alderete y Montefaro, se hundió un buque español y una fragata inglesa.
¿Podrían los cañones de bronce localizados en aguas de Campelo pertenecer a alguno de estos barcos?, es una pregunta que en la actualidad no podemos responder.
Una vez realizado este breve y escueto
paseo por la "historia", podemos observar las diferentes marcas que durante siglos el hombre ha ido plasmando, no sólo en el terreno, sino en las mentes y
costumbres de las gentes, y que contribuyeron a crear la visión que en la actualidad percibimos del paisaje que contemplamos, lo que nos ayuda a su comprensión y valoración, de cara a protegerlo y transmitirlo, pues "la incapacidad de entender el presente nace inexorablemente de la ignorancia del pasado" (Mar Bloch).