Durante la Edad Moderna la ciudad experimentó un cierto auge, aunque otras ciudades próximas como Mondoñedo o Ribadeo le disputaban la supremacía, por la importancia comercial de la primera y la pujanza industrial de la segunda. No fue hasta la división del estado español en provincias realizada en 1833 y la creación de las diputaciones cuando la villa fue designada como la capital provincial, decisión motivada sobre todo por lo céntrico de la ciudad amurallada, y se convirtió en la más importante de entre las que hoy forman parte de la provincia de Lugo, lo que supuso un crecimiento constante en población y extensión. Este auge fue reforzado con la llegada del primer ferrocarril a la ciudad en 1875. Además, las ferias de San Froilán tuvieron una extraordinaria importancia económica lo que, junto con el ferrocarril, hicieron de Lugo el principal centro de comercio de ganadovacuno de la península.