En el siglo II después de
Cristo y bajo el imperio de Trajano, para la explotación del oro de las riberas del
río Sil se construyó un inmenso
túnel de 120 m de largo(antes de su derrumbamiento por una crecida), 20 de anchura y algo más de 10 de alto (además de 12,5 m por debajo del nivel del
agua, habiéndose excavado el lecho del río en forma de "V" para facilitar el depósito de arenas auríferas en su fondo). Se atravesó el
monte con el objetivo de desviar el curso del río y recoger el oro ("furar" es "agujerear", en gallego). Actualmente es el mayor túnel de estas características en la Península Ibérica.
En el pasado siglo sus pobladores se dedicaron sobre todo a tareas agrícolas (a destacar los
molinos de aceite tradicionales y los tinos utilizados en la recogida de las uvas). La industria era escasa; había algunos trabajadores artesanales, como el herrero, el zapatero o los pizarreros. El
pueblo llegó a tener 300 habitantes en su mejor época, cuando se construyó la moderna presa de
Montefurado, a mediados del siglo XX: entonces tenía
bares,
tienda de ultramarinos,
cine, gaitero y
estación de ferrocarril (que actualmente sigue existiendo como simple apeadero para algunos usuarios de
trenes de cercanías). Hoy, el pueblo está habitado por unas 60 personas, que se dedican en su mayoría a tareas agrícolas para su autoabastecimiento, al menos de determinados productos como patatas, verduras, trigo,
castañas... y todo tipo de
frutas, destacando unas riquísimas
cerezas, y las uvas, con las que elaboran un vino de gran calidad, casi siempre para consumo propio.