Acabo de pasar dos días en el
parador instalado en el
monasterio de
Santo Estevo; He echado mucho en falta un detalle importante: En la magnífica
iglesia románica, hubiese quedado muy oportuno un crucifijo donde el
Cristo llevase un par de pistolas, un fusil ametrallador y unas gafas de sol; con las dos preciosísimas
vidrieras colocadas en los dos
rosetones, el Cristo armado era necesario.
Por otra parte, la supermoderna decoración del monasterio, las horrorosas sillas de diseño, pero eso sí, super-incomodísimas,
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