Coincidió su apogeo como Villa con el de su
puerto, siendo cabeza del
comercio del Cantábrico con los países bálticos, a través del puerto de Riga en concreto, de donde se importaba aguardiente en exclusividad, y que por tal motivo terminó siendo conocido como kúmel de
Ribadeo, hasta su decadencia por la competencia de otros
puertos como el de Gijón a mediados del siglo XIX.