Hay un paisaje divino
en la cumbre de los montes,
donde se descubre la pasión
en esos monumentos
que despiertan el fervor
que sale del corazón.
La devoción y la santidad
forman un dichoso concierto,
en ese paisaje tan hermoso
que acaricia la naturaleza
con celeste resplandor
al contemplar la belleza
que nos está ofreciendo Dios.
Desde Lamalonga se puede contamplar
la caricia del cercano cielo,
donde cantan los silencios
esas fervorosas sinfonías
que hacen sangrar el alma
con lamentadas devociones
que hacen a Cristo padecer,
y despiertan nuestra fe.
No hay un lugar en la tierra
que se pueda comparar
a ese precioso lugar,
donde el alma de Pepe do Barrio
se hace eterna devoción,
al transmitirnos desde el cielo
el consuelo de su amor.
Vuestro amigo Anselmo Prada León de casayo.
en la cumbre de los montes,
donde se descubre la pasión
en esos monumentos
que despiertan el fervor
que sale del corazón.
La devoción y la santidad
forman un dichoso concierto,
en ese paisaje tan hermoso
que acaricia la naturaleza
con celeste resplandor
al contemplar la belleza
que nos está ofreciendo Dios.
Desde Lamalonga se puede contamplar
la caricia del cercano cielo,
donde cantan los silencios
esas fervorosas sinfonías
que hacen sangrar el alma
con lamentadas devociones
que hacen a Cristo padecer,
y despiertan nuestra fe.
No hay un lugar en la tierra
que se pueda comparar
a ese precioso lugar,
donde el alma de Pepe do Barrio
se hace eterna devoción,
al transmitirnos desde el cielo
el consuelo de su amor.
Vuestro amigo Anselmo Prada León de casayo.