La Rigueíra me trae recuerdos de los
veranos de mi niñez, jugando a mojarme los pies en el
agua, a saltar entre las
piedras y a tirar piedrecitas en el regato, donde a veces molestaba a las señoras que lavaban su ropa.
Ahora en esta
plaza, los niños que como yo correteaban detrás de las gallinas, han sido cambiados por los cientos de pereginos que todos los días pasan por el
pueblo, donde recobran fuerzas en la
fuente y el banco de
piedra donde antes estuvo La Rigueíra.
Un saludo para todos los
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