Sr. Oengazo, muchísimas gracias por esta anécdota desconocida para mí, se la contaré a mi madre a ver si ella la sabía; y sí, me cuadra, ese era mi padre. Y su 600 siempre a disposición de todo el mundo, según me cuentan, incluso, a veces, demasiados a la vez para un coche tan pequeño. Pero el corazón de su dueño era muy grande. Me gustaría darle las gracias personalmente, ya que parece que usted me conoce, sería lo justo, si usted tiene a bien identificárseme si alguna vez me ve. En todo caso, gracias de nuevo y Feliz Año 2012.