No es fácil opinar de Garzón, para eso están ustedes los que se considerán demócratas. A Garzón siempre le ha tenido ganas otros magistrados. Pero no ganas políticas, como divulga la izquierda; ganas por su forma de instruir, por su visión de la justicia y por su protagonismo estelar.
Entre unas cosas y otras, el juicio y protagonista se han convertido en barómetro ideológico del país, palpable en los partidos, los medios y la calle. Juridicamente, es probable que los magistrados del supremo serían menos discutibles se hubieran aceptado algún criterio de la Fiscalía. Al no hacerlo, les sale una sentencia desproporcionada. Popularmente, apartar a un juez que pretendía desmantelar una red de corrupción y blanqueo es poco ejemplar para una sociedad que acaba de elevar la corrupción al cuarto puesto de los problemas nacionales. Pero en la práctica, declarar inocente a Garzón sería admitir la legalidad de las escuchas, cosa que nunca ará un tribunal.
¿Qué ocurrería si lo condenan por un trabajo en su día bien hecho...?
Entre unas cosas y otras, el juicio y protagonista se han convertido en barómetro ideológico del país, palpable en los partidos, los medios y la calle. Juridicamente, es probable que los magistrados del supremo serían menos discutibles se hubieran aceptado algún criterio de la Fiscalía. Al no hacerlo, les sale una sentencia desproporcionada. Popularmente, apartar a un juez que pretendía desmantelar una red de corrupción y blanqueo es poco ejemplar para una sociedad que acaba de elevar la corrupción al cuarto puesto de los problemas nacionales. Pero en la práctica, declarar inocente a Garzón sería admitir la legalidad de las escuchas, cosa que nunca ará un tribunal.
¿Qué ocurrería si lo condenan por un trabajo en su día bien hecho...?