Con la disculpa de la infinita reducción del déficit, se pueden cometer los más necios, atroces e injustos actos de crueldad, política y humana. Ningún Presidente de la democracia, ni siquiera el señor Aznar, ha sido tan cruel como Mariano Rajoy en sus poco más de cien días de gobierno. Cobrar a los ya mendicantes pensionistas el 10% de los medicamentos que necesiten lo confirma. Y sin que sean consistentes los argumentos de comparación con otros países en los que también se cobran, pues, y a modo de primer y más simple ejemplo, también en esos países los salarios, mínimos interprofesionales o no, suponen el doble o el triple de los salarios de España. E igual ocurre con las pensiones de esos países. Por tanto no aumentemos la vergüenza.
Pero es que, además, a esos pensionistas se les había prometido que no se disminuirían o gravarían sus pensiones, y es evidente y palmario que cobrarles los fármacos es una forma estúpida, chabacana y cruel de incrementar su malpasar en los momentos más duros de sus vidas. Es simplemente de pésimo gobernante, de gobernante cruel e inhumano, que, como siempre, se ceban y ciscan en los débiles. ¡Cómo si no hubiera otras fórmulas para reducir lo que la sumisión a la Unión Europea aconseja! Se recorta lo más fácil. Sin ir más lejos, y como defendió el señor Rubalcaba, santo sin peana en este blog, se podría financiar con impuestos al tabaco y al alcohol, que no parecen indispensables para la salud de un país. O estableciendo un impuesto sobre los premios de lotería, que están exentos. O anulando la compra de 41 aviones de combate, como ha hecho Monti en Italia. O simplemente subiendo un 1% las tarifas de renta más altas y multimillonarias.
A los demás mortales también los cobrarán hasta un 50% o 60% del importe, abriendo la puerta al chanchullo, al engaño, a la falsificación y al caos administrativo, amén de la necesidad de renovación informática de todas las tarjetas sanitarias, con el gasto cercano a los mil millones que ello supone, y el tiempo que se precisa. Es decir, otra ofensa seria a los desempleados, en especial a los ya más de dos millones y medio de españoles que no cobran prestación alguna. ¿Cómo querrá el señor Rajoy que paguen sus medicinas, que él sí puede pagar tranquilamente, quién se fía ya de este señor?
Hasta ahora, yo sentía un desprecio político hacia el señor Rajoy, pero a partir del viernes lo acompañaré de un profundo desprecio hacia su persona, paradigma de la crueldad innecesaria.
Pero es que, además, a esos pensionistas se les había prometido que no se disminuirían o gravarían sus pensiones, y es evidente y palmario que cobrarles los fármacos es una forma estúpida, chabacana y cruel de incrementar su malpasar en los momentos más duros de sus vidas. Es simplemente de pésimo gobernante, de gobernante cruel e inhumano, que, como siempre, se ceban y ciscan en los débiles. ¡Cómo si no hubiera otras fórmulas para reducir lo que la sumisión a la Unión Europea aconseja! Se recorta lo más fácil. Sin ir más lejos, y como defendió el señor Rubalcaba, santo sin peana en este blog, se podría financiar con impuestos al tabaco y al alcohol, que no parecen indispensables para la salud de un país. O estableciendo un impuesto sobre los premios de lotería, que están exentos. O anulando la compra de 41 aviones de combate, como ha hecho Monti en Italia. O simplemente subiendo un 1% las tarifas de renta más altas y multimillonarias.
A los demás mortales también los cobrarán hasta un 50% o 60% del importe, abriendo la puerta al chanchullo, al engaño, a la falsificación y al caos administrativo, amén de la necesidad de renovación informática de todas las tarjetas sanitarias, con el gasto cercano a los mil millones que ello supone, y el tiempo que se precisa. Es decir, otra ofensa seria a los desempleados, en especial a los ya más de dos millones y medio de españoles que no cobran prestación alguna. ¿Cómo querrá el señor Rajoy que paguen sus medicinas, que él sí puede pagar tranquilamente, quién se fía ya de este señor?
Hasta ahora, yo sentía un desprecio político hacia el señor Rajoy, pero a partir del viernes lo acompañaré de un profundo desprecio hacia su persona, paradigma de la crueldad innecesaria.