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A VILAVELLA: Sinor ocarballo, eu nahún digo ca Xusta nahún teña...

Yo tampoco quería meterme en esta polémica, pero, quería encontrar respuestas a estas preguntas. ¿Qué más hace falta para que dimita Carlos Dívar o para que el Gobierno lo saque de una vez de su sillón? ¿Un eclipse? ¿Una aparición mariana? ¿Un país europeo con cultura de la responsabilidad y donde los políticos y altos funcionarios del Estado sean conscientes que el dinero de los contribuyentes es de las cosas más sagradas que hay? Cada nuevo detalle que conocemos de lo que considera un gasto oficial el máximo responsable de la justicia en España provoca aún más ganas de emigrar. Érase una vez un presidente de Tribunal Supremo tan trabajador que tenía cenas de trabajo hasta la noche de los Reyes Magos. Y eso que cenaba solo. Érase un Consejo General del Poder Judicial tan generoso que pagaba cinco días de vacaciones en Marbella al jefe por un acto de unas horas. Y eso que el hotel le pillaba a 200 kilómetros de su apretada agenda. Érase un ministro de Justicia tan cumplidor que, después de estas revelaciones –y alguna más que saldrá–, hoy nos seguirá diciendo que da igual, que ya lo siente, que “Dívar sale reforzado” y que si el pueblo no tiene pan, que coma pasteles.

¿Se conjuga el verbo dimitir en castellano? ¿Seguro? ¿También en primera persona?

Lo de menos es con quién compartía mantel Carlos Dívar durante estas 24 cenas para dos personas que nos cargó a la cuenta de todos los españoles (salvo la cuenta de aquellos defraudadores en los que tanto confía el Gobierno y que se beneficiarán de la amnistía fiscal). Es evidente que las cenas y los fines de semana caribeños de Dívar en Puerto Banús fueron un gasto personal. Si no lo fuese, el presidente del Supremo lo hubiese explicado ya. La transparencia en el gasto público consiste en eso: si no lo puedes contar, será que no debiste hacerlo.

Todo Madrid y parte del extranjero saben ya con quién viajaba durante sus largos fines de semana para dos. A mí su vida privada me importa un Dívar, siempre que sus gastos privados se los pague él, que para eso el presidente del Supremo disfruta del segundo sueldo público más alto del país, solo por detrás del que tiene estipulado el rey. Es tan obvio y tan sencillo de explicar que sorprendería que el Gobierno pueda aguantar esta situación durante muchos días más, como si no hubiese un dinosaurio en el salón que se está meando en la sopera, que se está comiendo las cortinas, que daña más a la convivencia, al Estado y a la imagen exterior del país que mil pitadas con pedorreta al sagrado himno nacional.
Para colmo, acabo de leer que el Gobierno se niega a que Dívar comparezca en el Parlamento para dar explicaciones sobre sus injustificados gastos.
¡Menos mal que hay transparencia!

Muchas gracias Justicia: Por tan elocuente informe sobre lo andares de algunos magistrados. Lo único que hecho de menos es que no nos informes de lo que se cobra la iglesia por boda, por bautizo, por comunión, por entierro, por misas dedicadas etc. etc. etc.

Sinor ocarballo, eu nahún digo ca Xusta nahún teña razahún, que en iste caso que a téin de sobrás coñecida, más nahún queira confundir unha coisa coa outra, según o padre Xosé,él nunca cobrou nada por iso, además coa igrexa nunca debemos topar, mira donde o sinor se fixa.
Unha aperta.