Ayer tarde la vi de soslayo, encaramada sobre unos zapatos de tacón de aguja manejados con asombroso desparpajo, al cruzar la quinientos veinticinco. Sus andares bien merecedores son de ese gesto militar de rodilla en tierra a la voz de ¡rindan! Verdaderamente sus encantos son para rendirse.
Las mejillas tenían, y tendrán seguramente por muchos años, la ternura y el pulido del mármol moreno. Y bueno será el declarar que, aparte de los cosméticos que requiere su profesión, el único tratamiento facial que seguramente se permite la del Tanga no es otro que agua fresca dos veces al día, como una campesina cualquiera en el abrevadero de las caballerías.
Las mejillas tenían, y tendrán seguramente por muchos años, la ternura y el pulido del mármol moreno. Y bueno será el declarar que, aparte de los cosméticos que requiere su profesión, el único tratamiento facial que seguramente se permite la del Tanga no es otro que agua fresca dos veces al día, como una campesina cualquiera en el abrevadero de las caballerías.