Vaya por Dios, que hasta hablan de limpiar el poniente del aparato digestivo de ese manido y maltrecho oso con alguno de los que se asoman por aquí.
Al oso maloso envíenmelo a mí; verán cómo se vuelve a toda prisa, nada más ver el umbral de la casa, que lo hincho a caricias con el atizador de la chimenea, como la última vez. Y si no lo capo, es porque ya lo está,
Últimamente estoy muy ocupada, atendiendo a Telesforo. Ha leído un libro sobre la vida de un militar de la máxima graduación, escrito por determinada jovenzuela, que lo ha dejado totalmente desequilibrado. No sé si está padeciendo una profunda depresión o un virulento ataque de ansiedad; pero el caso es que no acaba de digerir la lectura. Ruego por consiguiente sepan disculpar su falta de participación en tan suculento debate que se traen ustedes.
Es incapaz el hombre de asimilar que aquél de las polainas, como dice mi bien querido Zé, sólo tuviese un huevo, padeciera de fimosis, negándose a la operación, y dejase de hacer el amor nada más engendrar a su única hija, por las molestias y dolores que le ocasionaba ir a la batalla sin poder desenfundar el sable. ¡Mecachis! Pobrecita señora, la suya, que sólo fue una vez a Pénjamo.
Tampoco puede aceptar el comandante que el padre de aquel militar, cuando éste era niño, le llamase marica y Paquita, por su aflautada voz. Y hasta se santigua, a pesar de su reconocido agnosticismo, cada vez que vuelve al párrafo donde se dice que aquel maltratador padre llegó a partirle un brazo al hermano que sorprendió masturbándose.
Claro, comprendo que no sea fácil admitir que el niño formado en tal hogar, llegase un día con esa formación familiar guardada en las entrañas, no sólo a dirigir el estamento más marcial, sino también el destino de la adorada patria de mi querido Romerales.
A ver si soy capaz de salvarlo cuanto antes de tan dañina lectura, y vuelve al estudio de la mazacuca, la bullaca y las manzanaperas, actividades inofensivas que lo llenan de salud.
Al oso maloso envíenmelo a mí; verán cómo se vuelve a toda prisa, nada más ver el umbral de la casa, que lo hincho a caricias con el atizador de la chimenea, como la última vez. Y si no lo capo, es porque ya lo está,
Últimamente estoy muy ocupada, atendiendo a Telesforo. Ha leído un libro sobre la vida de un militar de la máxima graduación, escrito por determinada jovenzuela, que lo ha dejado totalmente desequilibrado. No sé si está padeciendo una profunda depresión o un virulento ataque de ansiedad; pero el caso es que no acaba de digerir la lectura. Ruego por consiguiente sepan disculpar su falta de participación en tan suculento debate que se traen ustedes.
Es incapaz el hombre de asimilar que aquél de las polainas, como dice mi bien querido Zé, sólo tuviese un huevo, padeciera de fimosis, negándose a la operación, y dejase de hacer el amor nada más engendrar a su única hija, por las molestias y dolores que le ocasionaba ir a la batalla sin poder desenfundar el sable. ¡Mecachis! Pobrecita señora, la suya, que sólo fue una vez a Pénjamo.
Tampoco puede aceptar el comandante que el padre de aquel militar, cuando éste era niño, le llamase marica y Paquita, por su aflautada voz. Y hasta se santigua, a pesar de su reconocido agnosticismo, cada vez que vuelve al párrafo donde se dice que aquel maltratador padre llegó a partirle un brazo al hermano que sorprendió masturbándose.
Claro, comprendo que no sea fácil admitir que el niño formado en tal hogar, llegase un día con esa formación familiar guardada en las entrañas, no sólo a dirigir el estamento más marcial, sino también el destino de la adorada patria de mi querido Romerales.
A ver si soy capaz de salvarlo cuanto antes de tan dañina lectura, y vuelve al estudio de la mazacuca, la bullaca y las manzanaperas, actividades inofensivas que lo llenan de salud.
Por Dios por la patria y el Rey, no sea cruel con el oso maloso, el pobre despues del crudo invierno si le cierra la puerta y le atiza con tal instrumento quedara
jilipollas para toda su vida. Y por favor no lo cape, es una lastima porque tiene un buen pene. Despues quedara triste y no podra montar al Frieres y al Ocarballo.
jilipollas para toda su vida. Y por favor no lo cape, es una lastima porque tiene un buen pene. Despues quedara triste y no podra montar al Frieres y al Ocarballo.