A su padre creo que no lo conocí, pero sí a Calé, quien un día me dijo, siendo él un tierno jovenzuelo, que le gustaría mucho parecerse a mí.
Pero el chaval sólo aprendió a desfilar por las instituciones públicas en beneficio propio y siempre con el paso cambiado.
Pobre de aquel municipio al que le toque ser gobernado por uno del Pelotón de los Torpes.
Adiós, que llegó el Toque de Fajina.
Pero el chaval sólo aprendió a desfilar por las instituciones públicas en beneficio propio y siempre con el paso cambiado.
Pobre de aquel municipio al que le toque ser gobernado por uno del Pelotón de los Torpes.
Adiós, que llegó el Toque de Fajina.