Allá por 1.974, cuando sólo tenía 30 años, y era responsable de la Sección de Operaciones Especiales del Tercio en Smara, tenía que entrenar a mis cincuenta guerrilleros. Entrenar sus ágiles y menudos cuerpos, pero sobre todo templar su carácter y sus espíritus.
La primera lección teórica que recibían mis seleccionados hombres era un cuento:
"En el libro de Chuang-Tzu se cuenta que Chi Hsing Tzu entrenaba un gallo de pelea para el rey Hsuam. Era un gallo fino.
A diez días de comenzado el entrenamiento, el rey le preguntó si el gallo estaba listo para combatir.
--Aún no --respondió el entrenador-- Es fuerte y está lleno de fuego, dispuesto a pelear con cualquier otro gallo. Es vanidoso y confía demasiado en su coraje.
Diez días más tarde, contestó de nuevo:
--Todavía no. Apenas escucha el canto de otro gallo le entra una rabieta y quiere pelear.
Otros diez días más:
--Aún no. Todavía manifiesta cierta rabia en sus gestos e hincha el plumaje.
Y pasaron otros diez días:
--Ya está casi listo. Aunque vea o escuche cantar a otros gallos, se mantiene tranquilo. Nada lo altera. Parece un gallo de madera. Su actitud es poderosa. Los demás gallos no se atreven a aceptar su desafío.
Llegó el día del torneo, al que acudieron muchos gallos. Pero las demás aves no se atrevían a aproximarse al gallo rey. Huían como gallos patarucos ante este formidable animal, que poseía una tremenda fuerza interna y la proyectaba a través de su serenidad.
Este cuento nos habla de la fuerza interior. Quien se siente fuerte no tiene que demostrarlo. Quien se siente seguro no lo grita a los cuatro vientos.
Es el débil, el inseguro, el cobarde el que quiere demostrar a los demás que es fuerte, seguro y valiente."
Cuando nos tocó una guerra de guerrillas en aquel desierto que fue nuestro, la mera presencia de la Sección de Operaciones Especiales en la zona del conflicto servía para que el enemigo huyera hacia Argelia o Mauritania.
Siempre al servicio del Pueblo.
La primera lección teórica que recibían mis seleccionados hombres era un cuento:
"En el libro de Chuang-Tzu se cuenta que Chi Hsing Tzu entrenaba un gallo de pelea para el rey Hsuam. Era un gallo fino.
A diez días de comenzado el entrenamiento, el rey le preguntó si el gallo estaba listo para combatir.
--Aún no --respondió el entrenador-- Es fuerte y está lleno de fuego, dispuesto a pelear con cualquier otro gallo. Es vanidoso y confía demasiado en su coraje.
Diez días más tarde, contestó de nuevo:
--Todavía no. Apenas escucha el canto de otro gallo le entra una rabieta y quiere pelear.
Otros diez días más:
--Aún no. Todavía manifiesta cierta rabia en sus gestos e hincha el plumaje.
Y pasaron otros diez días:
--Ya está casi listo. Aunque vea o escuche cantar a otros gallos, se mantiene tranquilo. Nada lo altera. Parece un gallo de madera. Su actitud es poderosa. Los demás gallos no se atreven a aceptar su desafío.
Llegó el día del torneo, al que acudieron muchos gallos. Pero las demás aves no se atrevían a aproximarse al gallo rey. Huían como gallos patarucos ante este formidable animal, que poseía una tremenda fuerza interna y la proyectaba a través de su serenidad.
Este cuento nos habla de la fuerza interior. Quien se siente fuerte no tiene que demostrarlo. Quien se siente seguro no lo grita a los cuatro vientos.
Es el débil, el inseguro, el cobarde el que quiere demostrar a los demás que es fuerte, seguro y valiente."
Cuando nos tocó una guerra de guerrillas en aquel desierto que fue nuestro, la mera presencia de la Sección de Operaciones Especiales en la zona del conflicto servía para que el enemigo huyera hacia Argelia o Mauritania.
Siempre al servicio del Pueblo.