A VILAVELLA: Una pieza clave en su perpetuación fue el aparato dirigente...

Una pieza clave en su perpetuación fue el aparato dirigente del PSOE que, al beneficiarse del bipartidismo, pasó a ser uno de sus máximos defensores. Hay que subrayar que el sistema electoral les benefició como partido (aunque menos que al Partido Popular), pero no como proyecto, pues las estructuras de poder financiero y económico que han dominado el aparato del Estado durante este periodo democrático han dificultado el desarrollo del proyecto socialista. Es cierto que el enorme déficit social heredado de la dictadura disminuyó (aunque no desapareció) durante los mandatos del PSOE. Pero este no tuvo la suficiente fuerza o la necesaria vocación transformadora para cambiar sustancialmente aquella enorme influencia del poder financiero y económico, que configura en España lo que es “posible” o “razonable”. El gasto público social por habitante en España continúa estando entre los más bajos de la Unión Europea de los Quince.

Hoy, la población española está harta y enfadada con este Estado y con la casta política que lo ha estado gobernando. Las encuestas así lo muestran, un hastío y rechazo que es mayoritario entre la juventud. La esperanza de aquel establishment es que un Rey joven pueda ayudar a diluir tal enfado y rechazo. En una respuesta desesperada, acompañada, por cierto, con un aumento muy notable de la represión por parte del Estado.

Frente a esta situación, las fuerzas auténticamente democráticas deberían movilizarse para exigir una ruptura con aquel Estado, que significó la continuación de muchos de los aparatos y personajes del Estado dictatorial, y el establecimiento de una democracia real que tenga elementos representativos basados en un sistema auténticamente proporcional (que garantice la misma capacidad de decisión en la gobernanza del país a cada ciudadano) y elementos de democracia directa, es decir, que los ciudadanos tengan el poder de decidir a través de referéndums vinculantes a todos los niveles del Estado temas como, entre otros, el de tener una Monarquía o una República. Ni que decir tiene que el establishment se opondrá a muerte a estos cambios. Este establishment es una continuación directa del que realizó el golpe militar en 1936. Pero si las fuerzas democráticas se unieran en este propósito, poniendo las necesidades de la ciudadanía por encima de sus intereses partidistas, con una amplia coalición de movimientos sociales (desde sindicatos a asociaciones de vecinos, entre otros muchos) y partidos políticos auténticamente contestatarios, comprometidos con la democracia y defensores de la soberanía de los distintos pueblos y naciones de España frente a los falsamente “patriotas” que dócilmente han servido a los intereses extranjeros, podrían movilizar a la mayoría de la población frente a una minoría que gobierna y que no tiene hoy legitimidad para hacerlo.