A VILAVELLA: Quien predica en el desierto, tiene el corazón abierto....

Quien predica en el desierto, tiene el corazón abierto.
Y el que roba a un ladrón tiene, cien años de perdón
Mi nariz es como la que decía Quevedo en su obra “Erase un hombre a una nariz pegado”
In vino veritas