A VILAVELLA: No sé por qué me recuerda, señor Carballo, a un boticario...

Prezados foreiros: Observo dende xa fai tempo que este foro está parado, ai que chamar o Varela que volva, ainda cos seos defectos animaba o foro e tamen o tonto do portugués. Esperemos co tempo que pasou que xa teña o aparello arreglado.

Un saudo.

No sé por qué me recuerda, señor Carballo, a un boticario que tuve el disgusto de conocer en Tordesillas en un instante de 1.977.
Un año antes yo había contraído matrimonio en Djala, que por entonces se llamaba Villacisneros, con la hija de mi capitán, quien una vez jubilado se vino a vivir a su pueblo de Segovia: El Espinar.
Mi esposa y yo, con un bebé de tres meses, en el viaje entre Pentes y El Espinar --estando yo de permiso-- nos detuvimos en Tordesillas para darle el biberón al lactante. Entramos en una cafetería ubicada en el inicio de la calle que conduce a la Plaza Mayor. Gloria pidió que le templaran el biberón, y a mí me mandó a buscar una farmacia para comprar leche Nativa 2 para posteriores biberones.
Marcando el paso por la solitaria calle, me encaminé en dirección a la plaza. A los pocos pasos encontré una farmacia. Entré, y allí estaba un viejo boticario detrás de unas antiparras probablemente heredadas de su bisabuelo, en animada conversación con una rubia de frasco de faz arrugada por los muchos años barnizada con mejunjes.
--Buenas días.
-- ¿Qué desea?
--Deme un bote de Nativa 2.
El boticario puso el paquete encima del mostrador y se dispuso a abrir la caja registradora...
--Deme también una caja de preservativos.
Se quedó petrificado, mirando ofendido, en silencio, para aquella multitud de arrugas enmarcadas por la rubia permanente.
--Aquí no vendemos marranadas, joven.
--Muy bien, señor. Pues entonces métase usted la leche por el agujero que más le plazca.
Salí con aire marcial, sin escuchar los improperios que salieron por aquellas bocas al tiempo de santiguarse.
Cien metros más adelante encontré otra farmacia solitaria. Un joven con bata blanca limpiaba el polvo de los cristales con un plumero.
--Buenos días, señor. ¿Qué desea?
-- ¿Tiene condones?
--Claro --me dijo, poniendo una cajita de doce encima del mostrador.
--Pues deme también un bote de Nativa 2.
El farmacéutico se sonrió mientras me cobraba.
--Me salí de esa otra farmacia. Casi me echa el viejo por pedirle los preservativos.
Cuando se le acabó la carcajada sólo dijo:
--Si viene su hija a comprarlos aquí...!
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Aprezado Tilisforo, creo que o sinor coma quéin nahún quer a coisa díxole cuatro verdades al inocente del sinor Carallo, béin o sinor un militare demócrata y sin pelos na mollada da gosto escuitalo.
Eu le pido o sinor que le pida al amigo Manuele que torne ésto sin él é coma un café sen dulce, fíxese que a te el inocente del Caballo nos vota a faltar.
Unha aperta