Cuentan por la contorna la retranca que tiene algún amigo nuestro de Lubián. No seré yo quien la niegue.
Hace unos meses me subí al Tren Hotel en La Gudiña en un viaje relámpago a Madrid. A mi lado se sentó un hombre que también subió en La Gudiña, al cual consideré mudo, dado que no contestó a las buenas noches en la estación, ni abrió la boca hasta que se despertó en Medina del Campo.
En Puebla de Sanabria montó el amigo Inda, quien se sentó en frente de nosotros. Eran las 2:30 de la madrugada, y dijo que iba a una reunión de la Federación de Municipios a las 12:00 en Madrid.
En Medina del Campo estuvo el tren detenido durante una hora, como todas las noches. Lo hacen para llegar a Madrid a las 8:05, y no antes. Un Tren Hotel viaja de noche y, al parecer, no debe llegar a deshora a su destino, para que los viajeros no madruguen.
Cuando se despertó el mudo, Inda hablaba de la gaita y de los viajes que tiene que realizar con su banda.
Fue entonces cuando el mudo comenzó a hablar:
--"Eu tamén son gaiteiro. Pero un gaiteiro de verdade, non coma outros, que se agarban nunha desas bandas de vinte ou trinta. Eu toco nun trío. Son un solista, sen trampa nin cartón, acompañado polo tambor e o bombo".
Inda se rascó pensativo la barbilla y replicó, mientras me guiñaba un ojo:
--"Un solista deses pode selo calquera. Tocas ao teu xeito, e ao carallo. O difícil é acoplarse nunha banda sen desafinar."
Fue entonces cuando el solista, que no era mudo, nos explicó con pelos y señales que había tocado en misa una canción, en la Romería de Los Milagros, y que su música era tan perfecta, armoniosa y maravillosa, que hasta la Virgen había llorado lágrimas de emoción al escuchar su melódica gaita.
Entonces el señor Cho Sei, más serio que el más serio de los jueces al dictar una severa sentencia, declamó:
--Mire vostede. Eu tamén toquei aí atrás como solista unha canción no Santuario da Tuiza o día da Romería. E saíume tan ben, que me dixo Xesús: "Así se toca, gaiteiro, e non coma o chambón que fixo chorar á miña nai o outro día no Santuario dos Milagres".
Hace unos meses me subí al Tren Hotel en La Gudiña en un viaje relámpago a Madrid. A mi lado se sentó un hombre que también subió en La Gudiña, al cual consideré mudo, dado que no contestó a las buenas noches en la estación, ni abrió la boca hasta que se despertó en Medina del Campo.
En Puebla de Sanabria montó el amigo Inda, quien se sentó en frente de nosotros. Eran las 2:30 de la madrugada, y dijo que iba a una reunión de la Federación de Municipios a las 12:00 en Madrid.
En Medina del Campo estuvo el tren detenido durante una hora, como todas las noches. Lo hacen para llegar a Madrid a las 8:05, y no antes. Un Tren Hotel viaja de noche y, al parecer, no debe llegar a deshora a su destino, para que los viajeros no madruguen.
Cuando se despertó el mudo, Inda hablaba de la gaita y de los viajes que tiene que realizar con su banda.
Fue entonces cuando el mudo comenzó a hablar:
--"Eu tamén son gaiteiro. Pero un gaiteiro de verdade, non coma outros, que se agarban nunha desas bandas de vinte ou trinta. Eu toco nun trío. Son un solista, sen trampa nin cartón, acompañado polo tambor e o bombo".
Inda se rascó pensativo la barbilla y replicó, mientras me guiñaba un ojo:
--"Un solista deses pode selo calquera. Tocas ao teu xeito, e ao carallo. O difícil é acoplarse nunha banda sen desafinar."
Fue entonces cuando el solista, que no era mudo, nos explicó con pelos y señales que había tocado en misa una canción, en la Romería de Los Milagros, y que su música era tan perfecta, armoniosa y maravillosa, que hasta la Virgen había llorado lágrimas de emoción al escuchar su melódica gaita.
Entonces el señor Cho Sei, más serio que el más serio de los jueces al dictar una severa sentencia, declamó:
--Mire vostede. Eu tamén toquei aí atrás como solista unha canción no Santuario da Tuiza o día da Romería. E saíume tan ben, que me dixo Xesús: "Así se toca, gaiteiro, e non coma o chambón que fixo chorar á miña nai o outro día no Santuario dos Milagres".
Desdeluego que poco respeto a la iglesia y a la religión católica parece mentira a donde llega el fanatismo de algún señor que escriben aquí éstos debían ser de los que en otros tiempos quemaban las iglesias, pobrecitos son dignos de lastima, por hacer burla del Señor nuestro Padre y de la Virgen María.