DE CUANDO MI AMANTÍSIMO COMANDANTE ERA CABO FURRIEL
Tenía que ser por entoces un yogurín este Telesforo del alma mía, al que no conocí, por desventura, hasta su senectud tan bien llevada.
Siempre nos ha dicho que su carrera militar fue debida a unos clavos indebidamente clavados en un roble de la pradería de Pentes, y una no sabe si habla en serio, o si él mismop se lo ha creído después de tanto repetirlo.
El caso es que habla de clavos, incluso cuando sueña en alta voz:
"... Todas las paredes llenas de clavos! Pero en este barracón no se vuelve a clavar un solo clavo. Es lo que dijo el capitán antes de salir con un Z-45 star en bandolera..."
Con unos suaves arrumacos logré despertarlo, evitando así una de sus extensas batallitas nocturnas, que luego me niega al amanecer.
--... ¿Qué pasa?!
Dejé que se frotara los ojos antes de repetirle sus propias palabras.
Entonces me contó que, siendo él el cabo furriel de su compañía, estaban las paredes del barracón llenas de puntas, y el capitán ordenó que se retiraran todas, prohibiendo que siguieran clavándose en lo sucesivo.
Una vez limpiadas las cuatro paredes por los legionarios de la compañía, dirigidos por Telesforo, me contó que dibujó con su mejor letra gótica un cartel que rezaba así, cual verso de arte mayor:
PROHIBIDO CLAVAR CLAVOS EN LAS PAREDES.
Y terminado de escribir, él mismo cogió un martillo y lo fijó a la pared del fondo con cuatro hermosos clavos de ancha cabeza.
Ése es mi encantador Romerales.
Tenía que ser por entoces un yogurín este Telesforo del alma mía, al que no conocí, por desventura, hasta su senectud tan bien llevada.
Siempre nos ha dicho que su carrera militar fue debida a unos clavos indebidamente clavados en un roble de la pradería de Pentes, y una no sabe si habla en serio, o si él mismop se lo ha creído después de tanto repetirlo.
El caso es que habla de clavos, incluso cuando sueña en alta voz:
"... Todas las paredes llenas de clavos! Pero en este barracón no se vuelve a clavar un solo clavo. Es lo que dijo el capitán antes de salir con un Z-45 star en bandolera..."
Con unos suaves arrumacos logré despertarlo, evitando así una de sus extensas batallitas nocturnas, que luego me niega al amanecer.
--... ¿Qué pasa?!
Dejé que se frotara los ojos antes de repetirle sus propias palabras.
Entonces me contó que, siendo él el cabo furriel de su compañía, estaban las paredes del barracón llenas de puntas, y el capitán ordenó que se retiraran todas, prohibiendo que siguieran clavándose en lo sucesivo.
Una vez limpiadas las cuatro paredes por los legionarios de la compañía, dirigidos por Telesforo, me contó que dibujó con su mejor letra gótica un cartel que rezaba así, cual verso de arte mayor:
PROHIBIDO CLAVAR CLAVOS EN LAS PAREDES.
Y terminado de escribir, él mismo cogió un martillo y lo fijó a la pared del fondo con cuatro hermosos clavos de ancha cabeza.
Ése es mi encantador Romerales.