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A VILAVELLA: AUTOESTOP DE UN TUAREG...

AUTOESTOP DE UN TUAREG

El convoy rodaba por el desierto, camino de Cabo Bojador con destino a Villa Cisneros, con un calor insoportable, cuando un tuareg al borde de la pista nos hizo la señal de autoestop. Dí la orden de parar al conductor, deteniéndose todo el convoy.
Tras hablar en hassania con el guía, éste me indica:
--Dice que si podemos llevarle.
--Está bien. Dile que suba, aunque infrinjamos el Reglamento.
Treinta o cuarenta kilómetros más adelante el autoestopista habló de nuevo con el guía.
-- ¿Y ahora qué dice?--le pregunté ipso facto.
--Que si podemos parar, que se quiere quedar aquí.
Eché un vistazo alrededor, con la mosca tras la oreja. No vi jaimas, ni dromedarios, ni rastro de vida por allí. Tampoco había dunas próximas a la pista, en las que pudieran haberse enterrado guerrilleros del Polisario.
Por otra parte, ya lo habíamos registrado antes de subir. No obstante di la orden de extremar las precauciones antes de volver a detener el convoy, a pesar de que los polisarios nunca habían atacado en la línea de la costa.
Cuando reemprendimos la marcha, después de desembarcado el pasajero, pregunté al guía:
-- ¿Donde tiene la familia?
--Muy cerca de donde lo cogimos. Ahora se vuelve andando hacia allí. Dijo que le apetecía subir en un vehículo, porque no lo había hecho nunca antes