LIMPIEZA EN LAS COCINAS
Eran mis tiempos de legionario de segunda, recién incorporado al Tercio.
Altos mandos de nuestro glorioso Ejército, llegados desde Las Palmas, visitaban con sus esposas el acuartelamiento de la VII Bandera en Smara, que brillaba como si hubiera pasado por allí previamente Don Limpio con su algodón.
El comedor de tropa, que había sido construido por los propios legionarios, estaba especialmente impecable desde el suelo a las paredes, la cocina, los fogones y perolas.
Una de las damas presentes, algo rezagada de la comitiva y mujer piadosa, admirada de tanta limpieza en medio del polvoriento desierto, se acercó al cabo de comedor y le preguntó:
--Oiga, señor, explíqueme cómo consiguen ustedes mantener esto tan limpio y tan cuidado.
El cabo, con ese acento de sinceridad que proporciona la verdad, respondió sintetizando lacónicamente:
--A fuerza de hostias, respetable señora!
Eran mis tiempos de legionario de segunda, recién incorporado al Tercio.
Altos mandos de nuestro glorioso Ejército, llegados desde Las Palmas, visitaban con sus esposas el acuartelamiento de la VII Bandera en Smara, que brillaba como si hubiera pasado por allí previamente Don Limpio con su algodón.
El comedor de tropa, que había sido construido por los propios legionarios, estaba especialmente impecable desde el suelo a las paredes, la cocina, los fogones y perolas.
Una de las damas presentes, algo rezagada de la comitiva y mujer piadosa, admirada de tanta limpieza en medio del polvoriento desierto, se acercó al cabo de comedor y le preguntó:
--Oiga, señor, explíqueme cómo consiguen ustedes mantener esto tan limpio y tan cuidado.
El cabo, con ese acento de sinceridad que proporciona la verdad, respondió sintetizando lacónicamente:
--A fuerza de hostias, respetable señora!