Estuve estos días de fiesta con mi amigo Inda Cho Sei en su pueblo. Pobre hombre: se pasa las fiestas de aquí para allá, sin parar un segundo. Y encima con una herida inconfesable en salva sea la parte.
Resulta que tiene una perra mastín de gran porte, a la que le ha dado por perseguir lobos por la sierra. Inda, como medida de prevención, le compró unas carlancas metálicas en la feria de Porto, y las estrenó el otro día. Y digo bien, que él también las estrenó: nada más colocárselas en aquel poderoso cuello, la perra metió su cabeza entre las piernas de mi amigo, dejándole los perendengues como un queso de Gruyère de la Francia.
Resulta que tiene una perra mastín de gran porte, a la que le ha dado por perseguir lobos por la sierra. Inda, como medida de prevención, le compró unas carlancas metálicas en la feria de Porto, y las estrenó el otro día. Y digo bien, que él también las estrenó: nada más colocárselas en aquel poderoso cuello, la perra metió su cabeza entre las piernas de mi amigo, dejándole los perendengues como un queso de Gruyère de la Francia.